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Mostrando las entradas de julio, 2018

:: Ejecución ::

Agujeros celestes contorsionan las miradas que se ubican en la mitad de la jornada larga de la existencia. Cuento corto, destellos bombardean la prudencia y siempre se camina en procesión y en solitario cuando creas, cuando amas y cuando sufres. Las acacias y el sol en sus manos, brotan por calles antiguas y desordenadas que camino a diario cuando la ciudad es una burbuja que no quise abandonar. En la provincia somos de la provincia.  Alejados del otro país, ahora es muy probable que te informes con sopaipillas pasadas a verdad, en una esquina cualquiera, metiendo un dedo, de repente una foto, de repente las redes, de repente la mano quebrada, los dedos oxidados, los ojos dibujando paneles al frente de la cabeza, llamando, sonando ocupado, en la telepatía replicada de los satélites transnacionales,  y el cuerpo de repente se puso plástico, indeleble, inmortal, imperecedero, y ya no lloramos, ya no reímos, no fornicamos ni podemos bañarnos en el mar, el cuerpo pesa tone

Decir

Decir la verdad. Arropada la inocencia, el calientacama hervía de dudas, cuando los antecedentes son faros en una geografía desconocida, que no concierne. ¿Que hay acerca de los sueños? Imágenes y palabras, los involucrados se confiesan con el santo beneficio de lo irreal. Despiertas de golpe y lentamente te vas incorporando. Lentamente las costumbres van cambiando de un periodo a otro. Tal es el ciclo del sarcasmo, todo se queda en la niebla de los recuerdos. Y das un vuelco, caminas por las sobras de un batalla perdida, apoyándote en lanzas enterradas en el cuerpo y banderas rasgadas por las hordas de momentos que dificultósamente forman parte de lo que vendrá. En un nuevo suspiro, el olor de la sangre gotea los años en un enjámbre de situaciones repetidas en serie. Los pasos se confunden entre la matríz de los sueños y la patria de los sentidos. Puedes  culparte y mojarte con saliva, recular y arrastrarte entre las sombras para susurrar una disculpa, tomar tecito y odiarme,

:: De paso ::

El amor enfría la fiebre de festivos dulzores. Susurros que acarician la memoria de una sombra extraña que, sorda de tantos recuerdos, no pudo escuchar la trayectoria de la puerta que se cerraba. Esperando en el triunfo de mi cuerpo sobre tu alma, parado estoy aquí, esperándote.  Todo está oscuro arriba del mar que no descansa, ni las olas. Crece la hierba después de la tormenta, en tierra exiliada que se fue con el tiempo. Los tallos perforan la sangre y corre por mis venas un embriagado licor que hace cosquillas. Cerrados los ojos, el recuerdo azota como suaves gotas de aurora, el halo del viento golpea gélido en este vuelo destinado a estrellarse fuerte, sin cajas negras para poder comprender... Vidas apodadas por el taciturno reflejo en la luna que muere de sed y me suplica que la ubique detrás de un día que nació purificado por la lluvia de la noche anterior. El perro me siguió hasta convertirse en gata, después de llorar, ideó un plan para quedars

:: Un día ::

Imagen
Avanzar sin mucho detenimiento, esquivando los dardos que llueven del destino, machacando el esfuerzo en cada paso, devorando las huestes de sombras que caminan alrededor. Este día es un tanto largo, casi elástico. Entre ayeres y predicciones, el peso del cielo abruma mas que de costumbre. Mis ojos se cuelgan de cada rama desnuda, mientras el viento sopla hacia adelante, como empujando las ansias de armar la maleta y salir corriendo, o darse vueltas como un trompo viejo, girando en el vacío. Quizás estemos girando, todo se detiene en un ciclo con fecha límite, la lienza del alma se desenrolla como un látigo en la carne abierta de tantas divagaciones sin destino ni fundamento. Siempre quise amar al todo, descifrarlo hasta la médula final, saturarlo de preguntas y embriagarme con su indolente capacidad para dejarme plantado, en las miles de citas que leí, que escuché, que olí, que observé, que busqué, días y noches que no terminaron, que terminan y nunca volverán. El

:: un chicle en el zapato ::

Siempre ocupamos las mismas palabras para edificar. En el cliché masticado hasta dejarlo sin aroma y sin sabor, dejamos tantas fotos olvidadas en cualquier parte, como los zapatos, los sostenes, las bragas, la polera, el pantalón, el sudor, el hambre, la belleza encerrada con llaves de malgastada esperanza y silenciosa generosidad. Entre tantos momentos que se marchitaron, el propósito justificado en juramentos masacrados que paseamos en la pasarela o colgamos en la vitrina del morbo y el voyeur. Orgullosos de que el amor se conjugase en nuestra boca, se grita a los cuatro vientos, se publica hasta en el obituario de turno, en todas las redes sociales, se busca el ángulo perfecto, se sube la foto y se remata con el apodo que le pusiste al que amaste,  en ese tiempo Pero, nunca se piensa en el futuro. No existe. Nunca vendrá. Entonces la paja de entrar la ropa y volver a buscar apodos. Volver a ponerle nombre al amor, sea cual sea la figura: uno nuevo, uno viejo, el espejo, uno mismo

:: Trincheras y Emboscadas ::

En la emboscada, el horno fluye con el calor de las imágenes que se apilan en la hoguera.  El invierno arde lejos, quizás en la luna y las telarañas gaseosas de una noche sin importancia. En la suerte de forjar una trinchera para que los recuerdos se apilen y formen la última frontera que verán mis ojos antes de partir. Día tras día, mis hojas caen de mis raíces gastadas, lanzando ganchos a los riscos del silencio para darme aliento y un poco de nostalgia. Juraba que podía viajar colgado de las mariposas que habitaban en mi estómago, juraba que oliendo la tierra mojada que nace de la lluvia, todo sería purgado para obtener el perdón de los que crearon las reglas de este juego macabro. En una caminata solitaria, siguiendo al sol hasta que me queme los ojos y de un aplauso la noche me abrazó hasta que ya no tuve lágrimas. En el límite precario de la inmensidad, en las ideas secretas de hablarle a todo el mundo, soy el mudo que cuenta historias para ganarse la vid