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Mostrando las entradas de mayo, 2018

Juramento.

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Espasmos, goteras, suburbios, ostentaciones, sacerdotes de la lujuria, vagos que mendigamos la hipocresía de la eternidad, nos inyectamos un poco mas de nosotros mismos, aullamos, gritamos en silencio, dejamos que otros canten nuestra vida. ¿Que es la vida sino un violento regalo que mecemos para dormitarlo lento y fugaz, en una emancipación errada y heredada de otra existencia, recordamos el pasado, el otro pasado, como un amuleto, como un juramento, y nos envolvemos en la basta densidad de la peregrina esperanza de que obtendremos todas las respuestas, o quizás la única importante? Caminando voy recogiendo los pedacitos del espacio que vendí en la primera edad. Renuncias que arden en mi cabeza como luciérnagas lujuriosas que me tocan sin miramientos, hasta alcanzar un pequeño desastre con olor a orgasmo sin fondo. La cama me hunde, el escenario huele a un delgado desprecio, sábanas llenas de estrellas muertas hace millones de años, la rudeza silvestre me rodea en una lógica p

Memoria fotográfica virtual

De espaldas. Retrocediendo en dirección contraria, a veintinueve fotogramas por cada paso que nos aleja. Sabemos que nada hay que borrar. Todo fue construido a pulso. Esta casa de madera donde nos resguardamos del mundo. Tantas habladurías que rien a carcajadas. Tantos ojos que se besan eras enteras. Tu nombre sobre el mío. Cómplices de manos que se observan y que abren tantas puertas, levantando las cuatro paredes, esperaron al otro en silencio, sirvieron sopita con un ajo guacho que se quiso quedar con nosotros. Quizás no había nadie para entenderlo, ni nosotros siquiera. A veces el frío, a veces la lluvia, unas miles de cervezas y noches que esperarían el alba argenta que todo lo perdona. Pero seamos honestos, no todo fue tan malo, ni siquiera para el mundo que siempre llegó queriendo aguar la fiesta. Porque somos la fiesta, el amor y las sonrisas. Sentados en alfombras de miles de hojas amarillas decondicionamos el cielo para salpicarlo de colores, que tanta falta le hacen a esta v

Bisiesto

Bisiesto. El año de las luciérnagas que revolotean por el hielo cuando, y esto es absolutamente innecesario, las estaciones ocurren en menos de veinticuatro horas. Cada cierto tiempo suelo caminar desnudo, cubriendo mis orejas de todo lo que me rodea. Hace hambre, hambre de narrar insolentes epitafios que imagino en el hermoso mausoleo donde suelo enterrar todas las emociones poco importantes o que aportan demasiado para respirar las delicias del gélido desprecio cuando el mundo gira repentinamente, sin previo aviso. Ahora suelo esconderme muy adentro. Dibujé una mueca en el centro de una nueva catacumba clandestina. Soy la bilis cristalina que urge por enterrarse al borde del miedo, la garita que amanece con la cara cerrada de tanto esperar, el ciclo y el remanente de Jack. Pongo estacas en cada pregunta. Las mido con escuetas llagas de otros años. Hoy no son mas que costras que junto en un tarro para cambiarlas por discretas carcajadas producto de la irónica dependencia a las cal