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Mostrando las entradas de octubre, 2013

:: Freno de Mano ::

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La hoja marchita se mecía  despacito  a través del viento.  Se alejaba conforme le permitía el tiempo  y el espacio quebrado  por la distancia.  Espasmos lujuriosos,  nocturnos,  implacables,  acontecían en su bajo vientre  (recordando)  agitando las migajas que dejan los recuerdos.  De rodillas.  miraba al sol  a ese lejano suceso metafísico  a esa cabalística y mundana casualidad  que rayaba en lo absurdo  (de la lengua).  humedecida  con el veneno de la inconclusa decoración  de las experimentales menudencias,  que se maceran a fuego lento.  La hoja marchita se mecía,  (tranquilita)  observaba con mucho sosiego  el árbol de cual fue expulsada  para morir en una epistemológica verificación  de los sensibles motivos,  como si la caída libre fuera una posterizada fotografía,  una flemática significación del silencio.  La hoja marchita se mecía  miraba de reojo las hojas del calendario,  para vendérselas en

:: Fantoche ::

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Leyes que desfilan con la lógica perfecta,  pavimentando el camino de las respuestas.  Las redes subterráneas entrampando las preguntas  que no tienen un fin aparente.  Las marionetas apostamos "ALL IN" en el teatro de la libertad,  donde los burgueses y terratenientes agotan toda la taquilla,  con el único fin de reírse a carcajadas.  Hilos que cuelgan como una compleja red interminable  de conceptos,  que sirven sólo para justificar esta miseria  por la cual transitamos  y que tratamos de engañar  con un simple culto a la desfachatez (de las toscas esperanzas),   donde la muerte es un simple portazo.  Hilos compuesto de tanto desgano, resistentes como el vacío  del universo, almidonadas con el temor al infierno, a Dios y a la nada. Caminamos a paso firme en este lento suicidio,  gimiendo de vez cuando, riendo para no morir, llorando  para bañarnos de tanto sinsentido, engullendo mentiras  que nos dan a diario como calmantes, llenando la panza  con la hipoteca de lo

:: Zorzal ::

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El cielo viene congelándolo todo desde el exterior.  Por la tarde vi una gaviota perdida, revoloteando  en este aguacero crepuscular, quizás no tenía un refugio  donde aparcar.  Inocencia.  Morderse la lengua para gastar al silencio.  Medicarse con tantas canciones locas, que insisten  en colgarse de la espalda.  Inocencia cansada.  Buscando entre las migajas que lanzan los sueños,  de vez en cuando uno tiende a confesarse, con un acertado presentimiento.  Y entonces aparecen las pesadillas, solapadas por el invierno  que se niega a morir de inanición.  Inocencia sangrante  En estas encías blancas de tanto engullirse  en cámara lenta.  En este somnoliento caminar sin operadores contables, con los bolsillo  que se niegan a plancharse, pues siempre aparece un testimonio salvador  de todas estas explicaciones, que carecen de apretadas obediencias  a la estética trascedental de las mentiras, que no duelen detrás de las sombras. 

:: La Pequeña Muerte ::

El mayor de los animalescos silencios. La mirada perdida en el reflejo de las pupilas. El mundo que se cae a pedazos. El pecho ametrallado por los martillazos. La brisa, el jadeo. La pequeña muerte...

:: Aromo de Mujer :: (stop motion)

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Toma fantasma utilizando el corto A SHORT LOVE STORY IN STOP MOTION de Carlos Lazcano

:: Antropoparoxismo ::

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De lata, de encorvadas muecas susurrantes, engalanadas osadías que se martirizan como palomitas de maíz, en un parque de diversiones. El carnaval tiende a lo cotidiano, dejando huellas alrededor de los objetos indefinibles, en la experiencia sensible de la probidad. A priori destacamos el triunfo de la razón, el destacamento de las ocupaciones, el fusilamiento de las ideas que construyen todo a  nuestro alcance. Destierro, ingenuidad, orgánicas elucubraciones de lo que alcanza nuestra propia nariz. Las palabras nos acogen como la madre de nuestros propios sentidos, el lenguaje no es mas que una tranquila maldición, para edificar la plaga mortuoria de la propia esperanza. El inefable susurro de las concretas meditaciones, la mitomanía que se levanta como una bandera, por todas partes, por todas las casas de mi barrio, por las calles, por el hambre, la injusticia, la oblicuidad de los agujeros, que llenamos con arcilla de nuestras propias preocupaciones. La muerte, la sombra, las lla

:: Ovación ::

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Parece que caían piedras en el techo; llovía. Ella prendió un cigarrillo. Expelió una bocanada de humo. Uno podría pensar que esto fue lo que gatillo la fatalidad. Sentada en una silla de madera, al lado de una ventana sucia, se mostraba un tanto inquieta; cruzaba sus piernas, miraba las cenizas que volaron de repente producto de una brisa que se colaba en su memoria. Se sentía incómoda. Sabía que no tenía que averiguar tanto; mal que mal, la vida es un capricho, una necesidad, un deseo propio de ganarle al sin sentido. Ella seguía fumando,  y en cada bocanada, pensaba en las continuas casualidades que le pertenecían a  los otros, en la imposibilidad de no contrastarse con esos otros, como si todo el mundo fuera un espejo, como si lo único que importase fuera el hecho de compararse, de llenarse de la vivencias que nos tocan vivir y que jamás serán motivo de una conjunción plausible.  Sabía que no debió indagar tanto, a fin de cuentas,  el cigarro estaba por acab

:: De Reojo ::

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Ella lo miraba desde las sombras,  de reojo,  sin mucha prisa. Se cruzaban de repente, en las casualidades, ella lo expiaba a través de la etérea provincia de las apariencias implícitas. Se preguntaba si él haría lo mismo,  ella perdía la mirada cuando se lo imaginaba hurgueteando sus asuntos sin importancia alguna,  sus constantes viajes al filo de una cerveza mal parida,  cuando el mundo giraba sin razones firmes, con una notoria risita que disimulaba con gran precisión esa silenciosa fatalidad, de no tenerlo entre sus brazos. El tiempo avanza irremediablemente, las vidas se van estirando como un elástico mañoso, con esa funesta sensación de vacío incómodo,  mientras las noches son mas largas que de costumbre y no cesan de caer lágrimas, que profundizan esta soledad macabra de los amantes despechados. Entonces, era mejor esbozar una escueta sonrisa cada mañana,  era mejor salirse de si misma, esparciéndose entre amistades varias,  entre cátedras y viajes ir