:: Antropoparoxismo ::



De lata, de encorvadas muecas susurrantes,
engalanadas osadías que se martirizan como palomitas de maíz, en un parque de diversiones.

El carnaval tiende a lo cotidiano, dejando huellas alrededor de los objetos indefinibles, en la experiencia sensible de la probidad.

A priori destacamos el triunfo de la razón, el destacamento de las ocupaciones, el fusilamiento de las ideas que construyen todo a nuestro alcance.

Destierro, ingenuidad, orgánicas elucubraciones de lo que alcanza nuestra propia nariz.

Las palabras nos acogen como la madre de nuestros propios sentidos, el lenguaje no es mas que una tranquila maldición, para edificar la plaga mortuoria de la propia esperanza.

El inefable susurro de las concretas meditaciones, la mitomanía que se levanta como una bandera, por todas partes, por todas las casas de mi barrio, por las calles, por el hambre, la injusticia, la oblicuidad de los agujeros, que llenamos con arcilla de nuestras propias preocupaciones.

La muerte, la sombra, las llagas, la risa, el espasmo, la masturbación frente al espejo, los hijos, el tiempo, las estaciones del metro, los molinos, las ganas de salir arrancando de la ciudad y su plaga.

Siempre volvemos al mismo lugar.

Somos el puto centro de todo el universo.

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