3.20.2025

:: El Rio invisible ::

Es hacia el ocaso, hacia esa curiosa, hacia esa curiosa,  hacia esa curiosa dirección por dónde nos inclinábamos cuando éramos chicos. En el tiempo y contra el tiempo ahora comprendo lo valioso, lo meramente valioso, lo angostamente valioso, lo que se nos escapa por las manos y se resbala como el agua que no podemos agarrar. 

Y es el ocaso un refugio para nuestro propio dolor auto infringido, encarcelado en nuestras pueriles ideas vagas, directamente proporcionales a nuestra historia sesgada por la cultura y las ondulantes siluetas que se transformaron en sombras que se acomodan en los capítulos de nuestra propia historia, historia que no divulgaremos ni revelaremos a nadie. Tal es el compromiso con el placer, la vergüenza y la indómita persecución del futuro, para el futuro, con el futuro pero sin ganas de perderlo todo.

La condena es redonda, circular a nuestras decisiones, sin grandes vértices que podrían equilibrar el caos de un agujero que se dobla en forma de una nueva esperanza marchita, como reza la maldición de toda nuestra raza, que duerme por la noche confiada en que abrirá los ojos al amanecer.

A veces por la noche sueño que camino fumándome un cigarro y Soy testigo de una calle larga y las calles están vacías, las casas deshabitadas hay una luz al fondo suele ser una avenida principal y cuando llego a ella tampoco hay nadie los autos están detenidos la suerte gime al otro lado de la esquina cuando miro hacia la derecha o hacia la izquierda da lo mismo mis ojos enfocan la misma dirección sin sentido mi dirección obligada. 

Ya no me queda voz para los gritos, pero no importa, curiosamente hay calma en el segundo tiempo. Las hojas se caen de mi cuaderno, los árboles susurran historias que no entiendo,  después de tanto andar me duermo escuchando otras  historias, las viejas historias las que nunca pude leer.

Despierto como me levanto, contento de estar vivo, el alma en calma la confianza intacta, hay algo que me dice que...













2.20.2025

:: Siluetas juradas en la magia ::





En la indudable silueta, bailamos.

Hacia el tiempo nos conducimos para estrellarnos en la muerte, en la risa o en la casualidad.

Tal vez pudo más la mirada ajena, la distancia o la forma extraña que se cuela como una mezcla de sensaciones en el vientre, remolinos que se niegan a permitirnos olvidar la extenuante contemplación del vacío. Cuando todos se marcharon y nosotros quedamos ahí, en el silencio al fin conquistado, la música fue la única compañera que supo evocarnos. Solos, como siempre, nos descubrimos perdidos en el eco de los recuerdos, bajo el manto silencioso de la última luz antes del amanecer…

Las siluetas saben condensarse en esta cotidianeidad que nos abraza y envuelve. Hemos de ser eso que soñamos, o quizá no era tan así. O tal vez éramos un grito despiadado en la levedad de la suerte, cuando, en una danza espontánea, las miradas se entrecruzan en una sala de bullicios que ya olvidé. Cada copa levantada de soslayo es un verso que escribimos en las sombras.

Siluetas que se siguen mirando, como espíritus que se niegan a marcharse de nosotros: tomad nuestra fortuna y dibujadnos por siempre, ahí, escondidos, como un secreto que se mantuvo discreto en un tiempo imposible de medir, salvo en este vaivén que oscila entre lo que fuimos y lo que seremos.

Siluetas de lo que somos, tomad nuestras manos y guiadnos al final de todo.

Saltimbanquis pululan en cada espacio y rincón, moviéndose con gracia y tóxica ambivalencia. Son el sarcasmo, la primera entrega, la noche larga que siempre vive en mí, sorteando culpas imaginarias. 

Estabas sentada y yo, guiado por tus ojos que me hablaban del mundo entero, pero tú en silencio, siempre en silencio. Esto de escribir sin códigos es algo nuevo, pero extraño; nuevo, pero muy extraño.

Estoy seguro de que subimos al cielo. Valparaíso tenía esa cualidad de raptarnos del tiempo y el espacio, porque todo tiene un precio y una dirección. En la subida se sumaron unos vinos y un par de cigarrillos… qué tiempos aquellos en que fumábamos la vida entera: la vida en momentos, la vida en recuerdos, la vida en sufrimiento, la vida en extrañarnos, la vida que nos tocó vivir.

Lo demás es algo entre y yo.

En la magia de las siluetas nos refugiamos, y en ella pagamos.

Tú eres mi día; yo amo la noche de tus días.

¿Y tú?





12.09.2024

:: La Danza de la Incertidumbre ::






Sentimientos en la guata que se mueven al son de la ruta del lanzamiento de un proyectil.

Explosiones y semicírculos rebotando en la indolencia irreverente de hacerse el weón, pasando por el lado, surcando senderos insípidos de conformidad servil y relicaría, húmeda, indeleblemente silenciosa, ofuscada como el hálito conmovedor de esta sobrevivencia pasmosa a una estóica contemplación irresistiblemente discreta; discreta como los decretos que sellamos con la magia de nuestras renuncias, aparcando en un deseo ajeno, que no me gusta ni correspoden, un traje a la medida de otros, he calculado tantas veces la métrica del intimismo, que me deleito en escribirte, espacio en blanco, dispuesto a recibirme, a esperarme y abrazarme, cuando mi cuerpo tirita de tedio y dolor ahumado, pero sabemos que esto es casi cotidiano entre nosotros. 

La maldita ventana abierta y el salto obligatorio, miradas turnias y tonificadas por el olfato de que sigo siendo el mismo ingenuo ser humano, esta hambre que se oculta en la catastrófica salvedad de mirar el techo y ser un emblemático casquillo que contiene el disparo, la bala que arde por salir y romperlo todo, el status quo se esconde detrás de la puerta; calmas que te vas de ronda, de prisa, con una violenta conmoción en la cabeza, cuando despiertas después de tantos años, cuando la última noche ocurrió antes de todo cambio innecesario. 

Pero luego vienen la carencias, esto de acomodarse y sobrevivir me cansa, a veces creo que me deleito en la autocompasión, y a quién le importa. Estar aquí es un vaivén de escalofríos que siempre gimen al són de mis dedos que tocan la letra exacta para nosotros.

En un mantél, las migajas dibujan una sociedad concretamente olvidable, enmohecida y manchada con los retazos de situaciones que se profetizan como recuerdos que algunas personas gustan de bañarse en ellas, perfumarse de las emociones cansadas, acicalarse con los gestos y la memoria presa del tiempo que pule el tedio para transformarlo en dichosos momentos, en el vaho estridente de la razón, los conventillos se arriman en ventanas de charlas etéreas, tribus conectadas por agenda, mientras el exilio autoinflingido de otras vidas pena fuerte y meditabundo, rasguñando las paredes de otras noches que se fueron. 

La injusticia de vasos derramados, la mancha indeleble del cielo a cuestas, las noches sin poder dormir, esa constante sensación de que algo no calza o no va bien, la sospechosa obligatoriedad para pensarlo bien, la careta del mundo reflejada en este espacio sin bordes ni presencias; careta circular, endeble, incólume al ventarrón de las reliquias que marchan furiosas en los códigos aparcados en estacionarios momentos de la victoria, o tal vez un mea culpa.

Y si tiramos del mantel, el espejo, la vuelta de tuerca, la autoreflexión, es esta existencia la que sólo sufre, respirando un aire turbulento que pesa y te eleva al nivel de quienes hemos dejamos atrás.

Aquietadas las aguas, las piedras caen de la cabeza, formando olas de digna motivación. En estado salvaje, la sangre sigue intacta. 

En otra era, yo danzaba.




4.07.2024

:: Pan de Huevo ::

En los escombros nos revolcamos y recordamos.

Hacia delante suelen ocurrir los detalles mas sórdidos que narran un encuentro clandestino, inconsciente, un cielo rizado, mentiras de terciopelo y panes de huevo con café.

.- Hubieras llegado más temprano.
.- No funciona de esa manera.
.- ¿No? Entonces ¿Cómo funciona? ¿Te arrepientes de algo?

La mirada suele sostener un sosiego que dura un par de muecas infinitas, el descorazonado descontento, la huella del disgusto se confunde con el aroma del silencio, mientras el instinto media entre un sorbo de astucia y un trozo de pan de huevo que cercena una respuesta.

-. Quizás.

No hay un puerto disponible dónde aparcar decisiones equivocadas, la carne de tu cuerpo como el motivo; la culpa, el perdón y la indulgencia copulan cómo un trío entre sábanas y cortinas que vuelan como los días que se acurrucaron en la desesperación, en esta ciudad se han robado el tiempo, la tierra gira a un millón de años luz y las huellas no duermen, hunden sus garras en las paredes infinitas de la reflexión monocromada y exasperante,los colores can rendidos ante una mirada sin destino.

.- Nunca se quiso hablar de amor en esta relación. O me perdí de algo? 
.- Qué tiene que ver el amor en todo esto? Es ingenuo pensar que hubo pactos o promesas que cumplir. Un acuerdo es distinto.
.-Esto más bien parece una discusión por plata.
.-Esto siempre fue por ....
.- Dilo a ver? Te escucho.
.- No hace falta, tú sabes bien de qué se trata.
.- Estuve esperando tu mensaje, un WhatsApp, hasta una señal de humo o una disculpa al menos.
.- Pero ya estoy aquí no? 

El sorbo sigue siendo amargo. La incomodidad como consigna del día entero, un anzuelo secuestra la mirada hacia un espasmo del salino desastre del vínculo atosigado en una simple ecuación dónde sólo quieres que entren y salgan de tu vida, rápidamente, sin mayores misterios ni meas culpa, prostitución de la emancipación, recuerdo para el futuro, la brisa, la brisa constante, el pan de huevo, los labios humedecen la verdad, el jadeo, la mirada cruzada y  entreabierta, la misma pieza y las cortinas, las sábanas desaparecieron, el umbral del cuerpo palpita a pedazos, se hunden a pecho entero las cartas sobre la piel, muriendo como el tiempo perdido por no saber cómo llegar.

.-Hubieras llegado más temprano.
.- A ver dilo de nuevo.

4.02.2024

:: Señuelas ::



 Señuelas que llueven como una tormenta desmesurada y rendida, mojadas esperanzas rotas se apilan en una bodega vieja y cansada, hundida en la memoria colectiva que se tiñe de fábulas y leyendas sobre ausencias y despedidas, sobre semanas que no tienen fin, retratadas en un lunes que duele en el alma, y el resto de días como sueños que cambiamos de ropa para mirarnos al espejo y olernos la suerte, en hermosas profecías cifradas que se acumulan para las ruinas del mañana.


 Señuelas lanzadas al mar del vacío, cuando la culpa duele y la almohada se cierne sobre el hedor de las sinceras biografías escritas para el olvido extraño y medidato, gritos ajenos en la cabeza, sonidos e imágenes prestadas para vaciarnos enteras, como bóvedas enmohecidas y apretujadas en el pecho, calzando la inmesidad del universo misterioso, dando sentido a la ingenua envidia de los dioses: esta vida eterna y sencilla, efímera, única, inconmensuranle, un viaje que suele encajarse como una pieza del rompecabezas que solitario se autoexilia como la gran verdad deshojada, tan bien contada, en millones de falacias.


Las señuelas suelen atrapar su presa, la lectura es un barco inagotable, que se hunde a diario, naufraga, y emerge como la primavera, colores de pasteles y cielos en arreból, la vida en un rayo de sol condesánsolo todo, transformando ocho minutos en esta utópica esperanza, verde de tanto desearla, extraña de tanto esperarla, un suspiro y un nuevo día, la muerte nos espera al final del camino, quisieramos saludarla de frente y con orgullo, de cara al nuevo día, siempre hay un comienzo y un final, la doncella de oro nos abre la puerta y el rastro de quienes nos abandonaron iluminan el sendero, es un paso, una transición, el gran umbral que cíclico nos depara algo que nadie nunca narrará.

1.23.2024

:: Casuales inconsecuencias ::

 


El precedente sabe que no puede alborotarse como una mañana sin misterio, 

congelada, 

aludida 

hacia el olvido de los miles de días que se marcharon lejos y se olvidaron de ti. 

Es el torbellino siniestro que se adula y se acaricia, 
se conmueve de su propia indolencia, 
gira como un discreto murmullo que no supo cambiar su admiración por aquel que le supo interesante, 
ese que le hablaba y lo invitaba, 
ese viento extraño que soplaba lejos, 
al otro lado de la gran montaña por donde cabalgaron los insensatos, 
siglos anteriores, 
liderando estoicas migajas que cambiaron por una libertad que nunca pensaron venderlas en el mercado de la ingenua malversación de emocionados discursos de marmotas que gritaron con sangre: 
¡Libertad!
Ese precedente sabe que los filmes de inicios del siglo veinte, 
por donde los que se amaron juraron encontrarse en viejas plazoletas escondidas de toda la memoria, 
mienten. 

Y vaya que si, que mienten. 

Mienten porque el amor despues, 
el amor despues se pausa, 
se calma, 
usa el precedente como un escudo, 
tanquea los que alguna vez fueron las cimientes de una fortaleza inexpugnable, 
ahora las ruinas hablan de la distancia, 
de las paredes roídas por el óxido de la servidumbre hacia nuestros espejos que nublados los ojos se fueron enamorando de los días que se fueron, 
y hoy ya no abren la puerta a extrañas promesas que fantasmas van y vienen, desaparecen y gustan de sembrar anhelos en vano,
 cuando la cosecha tardía de los encantos, 
suele estropearse en los pensamientos cansados de una media vida que aún busca,
 el goce del amanecer. 

Ese amanecer tranquilo que cuerpos fatigados por el polvo de estrellas,
 en la pequeña muerte imaginaria, 
los ojos encerrados por cuatro hermosas paredes de historias que se juntan,
 y, 
en eco de una ventana, 
las estrellas se marchan tranquilas, 
gozosas, 
cambiando el jolgorio de los embustes, 
por un día que cuelga el letrero del sol, 
como ese llamado grotesco para devolverse 
y en el tiempo olvidado, 
se juntan los días como calcomanías que coleccionamos en un rincón que siempre se pierde, 
siempre tienden a un precedente atesorado en el mayor de los altares, 
cuando la mirada se refugia en el horizonte, 
y el mundo desaparece...por un instante. 

Meditaciones perpetuas de un minuto, 
a veces avanzas sin mucho detenimiento, 
es el viento o la montaña, 
la magia o la espada, 
el hielo de la suerte, 
o el fuego de nuestra emancipación, 
la cortina rota, 
de tanto abrirle las ventanas a ese terco murmullo que nos susurra y nos llama, 
como tantas otras veces, 
al sendero inagotable de la espectativa, 
con el precedente salino de las mejillas cansadas de tanto esperar, 
es la erosión de ajadas y emotivas despedidas, 
el despilfarro de la historia arrancada como hojas de un libro que no queremos colocarlo en la estantería del misterio ni de la complejizada desolación de un suspiro dejado en la última estación, 
pañuelos que se levantan en mi cabeza, 
para despedir el aroma de una historia, 
que no supo ser consecuente

...ni siquiera con el precedente.



10.06.2023

:: Imperturbable ::



Posado el pájaro, sus plumas de negras sombras cubren como un velo, el manojo de mis ideas.

La chimenea ardiente escupe un vapor ladino, en gélidos términos, helando el espacio abultado de mis preocupaciones, nublando la percepción, encubriendo la miserable salvedad de quienes afanan la confianza directa de la libre disposición de mis pasos.

Transito como siempre, en senderos desconocidos, vertiginosos y escasamente audaces. En completo silencio, un sacerdote de las decisiones se cierne de un espacio virtualmente ajeno, desolado, un desierto de risas y lazos con la historia que no incumbe ni compromete.

El desierto de los parias, los que gozan de una inusual ausencia de la suerte, aunque afortunados conllevan su destino en completa y emancipada contemplación del entorno, como un espejo de las otras entidades que cuelgan de las paredes del plano existencial.

Asuntos que se aremolinan en los senderos con miradas perdidas y estampadas en los adoquines, la ciudad como el eterno barrote que nubla la visión del completo silencio inaugural de las falencias que datan de hace muchos años, cuando se pactó, mediante una búsqueda infructuosa, con las ganas de fluir como un río caudaloso sin que nadie sea testigo de uno mismo, cada día.

El pájaro observa, mientras se acicala las sombras en las sombras, mientras las sombras caen como plumas perdidas a propósito, mientras tamborilea en mi cabeza dura como una gomita dulce de menta, derretida en este día cualquiera, cubierto de sombras.

Lo curioso es que no hay miedo que detenga las múltiples opciones con las que puedo esquivar las plumas que cubren la infante primavera como antesala de un verano infernal, o tal vez sea un pequeño lamento antes del destierro al que acostumbro acudir siempre, hoy en día mas por gusto que por vacilación. 

Tal es el poder de la emancipada preocupación que permite mi elaborada creación de ideas, versos e histerias numeradas como puntadas sin un cauce profundo, efímeras muecas cuelgan en la vereda que nunca supo cruzar hacia el frente, a esta humilde contemplación del tiempo que fluye paralelo al rio de mi existencia.

El pájaro se zambulle presto en ambos cauces húmedos,  su plumaje que goteando espasmos, dibuja una estela de historias que no ocurrirán al sacudirse todo rastro de lo que soy y lo que fui.

Los ríos fluyen furiosos como actores principales en un sendero viejo que los observa sin prestarles mucha atención, pues vanos son los intentos que buscan la perturbación del torrente insesante, desolado y afligido de la calma mansa y meditada, cuando vuelves y te das cuenta de que las cosas no saben como de costumbre. Pero esto noe s algo que pueda asombrarme.

Entonces el pájaro emprende su partida, sabiendo que no hay alimento, pues las dudas nunca estuvieron disponible, o si lo estuvieron, irrelevantes lamentos en las sombras que no conmueven a un cauce casi de mil años, o que ya ni lo recuerdo.

Tal vez el tiempo pueda.... 

No.

Prometí que ya no me vendería falacias coloquiales.


:: El Rio invisible ::

Es hacia el ocaso, hacia esa curiosa, hacia esa curiosa,  hacia esa curiosa dirección por dónde nos inclinábamos cuando éramos chicos. En el...