Pensamientos Duardianos
¿Y quienes somos para citar la palabra como el escupitajo sagrado de los dioses, para enjaular los pájaros divinos que quisieron volar, a expensas de la negación silvestre de la esperanza?.
3.20.2025
:: El Rio invisible ::
2.20.2025
:: Siluetas juradas en la magia ::
Tal vez pudo más la mirada ajena, la distancia o la forma extraña que se cuela como una mezcla de sensaciones en el vientre, remolinos que se niegan a permitirnos olvidar la extenuante contemplación del vacío. Cuando todos se marcharon y nosotros quedamos ahí, en el silencio al fin conquistado, la música fue la única compañera que supo evocarnos. Solos, como siempre, nos descubrimos perdidos en el eco de los recuerdos, bajo el manto silencioso de la última luz antes del amanecer…
Las siluetas saben condensarse en esta cotidianeidad que nos abraza y envuelve. Hemos de ser eso que soñamos, o quizá no era tan así. O tal vez éramos un grito despiadado en la levedad de la suerte, cuando, en una danza espontánea, las miradas se entrecruzan en una sala de bullicios que ya olvidé. Cada copa levantada de soslayo es un verso que escribimos en las sombras.
Siluetas que se siguen mirando, como espíritus que se niegan a marcharse de nosotros: tomad nuestra fortuna y dibujadnos por siempre, ahí, escondidos, como un secreto que se mantuvo discreto en un tiempo imposible de medir, salvo en este vaivén que oscila entre lo que fuimos y lo que seremos.
Siluetas de lo que somos, tomad nuestras manos y guiadnos al final de todo.
Saltimbanquis pululan en cada espacio y rincón, moviéndose con gracia y tóxica ambivalencia. Son el sarcasmo, la primera entrega, la noche larga que siempre vive en mí, sorteando culpas imaginarias.
Estabas sentada y yo, guiado por tus ojos que me hablaban del mundo entero, pero tú en silencio, siempre en silencio. Esto de escribir sin códigos es algo nuevo, pero extraño; nuevo, pero muy extraño.
Estoy seguro de que subimos al cielo. Valparaíso tenía esa cualidad de raptarnos del tiempo y el espacio, porque todo tiene un precio y una dirección. En la subida se sumaron unos vinos y un par de cigarrillos… qué tiempos aquellos en que fumábamos la vida entera: la vida en momentos, la vida en recuerdos, la vida en sufrimiento, la vida en extrañarnos, la vida que nos tocó vivir.
12.09.2024
:: La Danza de la Incertidumbre ::
Explosiones y semicírculos rebotando en la indolencia irreverente de hacerse el weón, pasando por el lado, surcando senderos insípidos de conformidad servil y relicaría, húmeda, indeleblemente silenciosa, ofuscada como el hálito conmovedor de esta sobrevivencia pasmosa a una estóica contemplación irresistiblemente discreta; discreta como los decretos que sellamos con la magia de nuestras renuncias, aparcando en un deseo ajeno, que no me gusta ni correspoden, un traje a la medida de otros, he calculado tantas veces la métrica del intimismo, que me deleito en escribirte, espacio en blanco, dispuesto a recibirme, a esperarme y abrazarme, cuando mi cuerpo tirita de tedio y dolor ahumado, pero sabemos que esto es casi cotidiano entre nosotros.
La maldita ventana abierta y el salto obligatorio, miradas turnias y tonificadas por el olfato de que sigo siendo el mismo ingenuo ser humano, esta hambre que se oculta en la catastrófica salvedad de mirar el techo y ser un emblemático casquillo que contiene el disparo, la bala que arde por salir y romperlo todo, el status quo se esconde detrás de la puerta; calmas que te vas de ronda, de prisa, con una violenta conmoción en la cabeza, cuando despiertas después de tantos años, cuando la última noche ocurrió antes de todo cambio innecesario.
Pero luego vienen la carencias, esto de acomodarse y sobrevivir me cansa, a veces creo que me deleito en la autocompasión, y a quién le importa. Estar aquí es un vaivén de escalofríos que siempre gimen al són de mis dedos que tocan la letra exacta para nosotros.
En un mantél, las migajas dibujan una sociedad concretamente olvidable, enmohecida y manchada con los retazos de situaciones que se profetizan como recuerdos que algunas personas gustan de bañarse en ellas, perfumarse de las emociones cansadas, acicalarse con los gestos y la memoria presa del tiempo que pule el tedio para transformarlo en dichosos momentos, en el vaho estridente de la razón, los conventillos se arriman en ventanas de charlas etéreas, tribus conectadas por agenda, mientras el exilio autoinflingido de otras vidas pena fuerte y meditabundo, rasguñando las paredes de otras noches que se fueron.
La injusticia de vasos derramados, la mancha indeleble del cielo a cuestas, las noches sin poder dormir, esa constante sensación de que algo no calza o no va bien, la sospechosa obligatoriedad para pensarlo bien, la careta del mundo reflejada en este espacio sin bordes ni presencias; careta circular, endeble, incólume al ventarrón de las reliquias que marchan furiosas en los códigos aparcados en estacionarios momentos de la victoria, o tal vez un mea culpa.
Y si tiramos del mantel, el espejo, la vuelta de tuerca, la autoreflexión, es esta existencia la que sólo sufre, respirando un aire turbulento que pesa y te eleva al nivel de quienes hemos dejamos atrás.
Aquietadas las aguas, las piedras caen de la cabeza, formando olas de digna motivación. En estado salvaje, la sangre sigue intacta.
4.07.2024
:: Pan de Huevo ::
4.02.2024
:: Señuelas ::
Señuelas que llueven como una tormenta desmesurada y rendida, mojadas esperanzas rotas se apilan en una bodega vieja y cansada, hundida en la memoria colectiva que se tiñe de fábulas y leyendas sobre ausencias y despedidas, sobre semanas que no tienen fin, retratadas en un lunes que duele en el alma, y el resto de días como sueños que cambiamos de ropa para mirarnos al espejo y olernos la suerte, en hermosas profecías cifradas que se acumulan para las ruinas del mañana.
Señuelas lanzadas al mar del vacío, cuando la culpa duele y la almohada se cierne sobre el hedor de las sinceras biografías escritas para el olvido extraño y medidato, gritos ajenos en la cabeza, sonidos e imágenes prestadas para vaciarnos enteras, como bóvedas enmohecidas y apretujadas en el pecho, calzando la inmesidad del universo misterioso, dando sentido a la ingenua envidia de los dioses: esta vida eterna y sencilla, efímera, única, inconmensuranle, un viaje que suele encajarse como una pieza del rompecabezas que solitario se autoexilia como la gran verdad deshojada, tan bien contada, en millones de falacias.
Las señuelas suelen atrapar su presa, la lectura es un barco inagotable, que se hunde a diario, naufraga, y emerge como la primavera, colores de pasteles y cielos en arreból, la vida en un rayo de sol condesánsolo todo, transformando ocho minutos en esta utópica esperanza, verde de tanto desearla, extraña de tanto esperarla, un suspiro y un nuevo día, la muerte nos espera al final del camino, quisieramos saludarla de frente y con orgullo, de cara al nuevo día, siempre hay un comienzo y un final, la doncella de oro nos abre la puerta y el rastro de quienes nos abandonaron iluminan el sendero, es un paso, una transición, el gran umbral que cíclico nos depara algo que nadie nunca narrará.
1.23.2024
:: Casuales inconsecuencias ::
El precedente sabe que no puede alborotarse como una mañana sin misterio,
congelada,
aludida
hacia el olvido de los miles de días que se marcharon lejos y se olvidaron de ti.
¡Libertad!
Y vaya que si, que mienten.
10.06.2023
:: Imperturbable ::
:: El Rio invisible ::
Es hacia el ocaso, hacia esa curiosa, hacia esa curiosa, hacia esa curiosa dirección por dónde nos inclinábamos cuando éramos chicos. En el...

-
Es todo tan claro escuchando a Paganini... Las melodías que contienen esa picaresca elegancia me hace olvidar, a veces, el devenir "pag...
-
Los alegres albores del pasado se han marchado inconclusos, dando lugar al festín de trapos viejos, o tal vez algo cansados de tanta comulga...
-
Definir la aupoiésis es una tarea muy fácil. Entenderla es complicado. De hecho me tomó un par de años en digerirla completamente y pretendo...