:: Segundo Sometimiento ::
Ella fue testigo de la explosión. Emitió un bramido largo y efusivo, coreando el mismo gemido de millones de cifras que hicieron del desgano un templo cuadrado (sin forma) y obviamente contemplado por el enemigo. Ella sostuvo la misma antorcha que todos los mártires digitales. Y al final había que seguir, total el fin del mundo es una linda promesa, hoy en día cuando no hay tiempo para nada ni para nadie. Ella contemplaba la muerte con dulzura; nunca le creyó a sus padres cuando le inyectaron la existencia a través de todos los colores. ¿Y si el sentido sea en contraposición al tiempo, en contraste con la fuerza vital, en una trinchera clandestina, por cierto de paso, usando a la vida como un mal argumento para rebatir al caos universal? Ella contaba las estrellas en sus bolsillos, miraba el suelo nublado de tantos espejos quebrados, abría y cerraba puertas, cambiaba las persianas de su propia justificación moral,