:: Lamentaciones Ilícitas ::


Ella miraba su reloj.

Era tarde.

Tarde para los que madrugaron temprano.

Tarde para recordar vidas pasadas, 
tarde para fabricar cadenas de margaritas.

El comercio abre a las nueve, 
el despertador se ahogó de tantas lágrimas, 
el espejo quebrado, el corazón parchado, el cielo amurallado, la silueta cansada, el valor puesto
en la verdad, las mentiras en el congreso, o en el casino, o en la madrugada a las cuatro de la tarde, 
o en nada que hacer...

bye, bye, bye, baby bye bye.

Te mudaste lejos, lejos de mí, lejos de ti, al otro lado de la ciudad,

Ella sospechaba, ella murmuraba, ella te leyó, lo hizo en breve cuando supo de ti.

Los cerros levantaron barricadas, y ardieron por un verano completo.

El tributo fue pagado en vano, el tiempo quiso avanzar de prisa, sin apuros, tan solo por capricho.

No hubo tiempo para esperarte.

Ella creció junto al reloj, y lo amaba.
Le contaron tantos cuentos de borrachos nuevos, tantos vasos de vino en banca rota y tan pocos
misterios sin resolver.

Ella no vacilaba en perder el tiempo.

Es más, 

gustaba de salvarse sola.

gustaba de saborearse viva, 

gustaba de acomplejarse con la bendita expiación de la madurez...

Ella te extrañaba, bebía cada una de tus esperanzas, osaba pedirle al diablo que te acompañe, 
osaba mirar el océano y encontrarse pequeña, diminuta, inservible, fugaz, sin miedo, sin razones, sin olores, sin un peso en su cartera, sin un faro que capturar.

Ella te servía, tú lo sabes bien.

Ella te extrañaba , tú lo sabes bien.

Ella se contenía, tú lo sabes bien.

Y quiso correrte de sus aposentos, y quiso ganarte en la buena ley de los malos muchachos, y quiso asesorarte en las historias de amor, y quiso mancharse por ti, y te dedicó canciones, canciones viejas, canciones feas, canciones que te salvarían, canciones como un código que no supiste valorar, que no quisiste recordar.

Te mandó a la mierda con toda tu poesía de maraco desnudo. Pero te amaba,

Te amaba.

Te amaba.

Te amaba.

Ella te amaba.

pero nunca tanto, porque te respetaba, porque te amaba, porque te extrañaba, porque eras su absoluta posesión, porque sabia que todo esto era un fracaso, la vida es un fracaso de la verdad, es un fracaso de la inmensidad del espacio, es un fracaso en todo lo humanamente posible, en todo lo banalmente perecible.

Ella Miraba tu reloj, y sonreía,

a carcajadas

a carcajadas

a hurtadillas

a ahorcajadas meriendas de la mediocridad. 

Pero por favor, dejar de llorar

Pero por favor, deja de buscar, de buscarme, de buscarte, deja que las respuestas son de los otros.

Ella miraba un bello blues en tus ojos, y fenecía.

Y sonreía, 

Y lloraba

y Creía

Y sabia que no eras sino un rastro, un momento, una mesa y dos copas, 
un momento

y nada mas...

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