:: Cinco minutos ::



Ella te recordaba.

Sentada en la escalera, 

miraba el cielo,

sonreía, 

escuchaba una vieja canción de amor.

Es que en el amor no hay versos nuevos, 
ni son necesarios....

Ella se había vuelto tan simple,

miraba tus fotos. 

Te odiaba.

Había olvidado odiarte, 

amarte, 

olvidarte.

Y todo lo que ella era, 
le estorbaba.

Todo lo que alguna vez fue contigo,
se iba con la canción.

Ella se tatuaba tu aroma en el pequeño espacio
que se difuminó con la ironía de la vida...

Ella gustaba de apostarse por la misma calle, 
todos los días, 
todos las vidas, 
todos las idas y venidas
                                       de la mano, 
                                                           en sosiego, 
                                       a carcajadas, 
                                                                              embriagados de miles de momentos
                      que fueron o no fueron, 
                                                              o serán...

Ella quería ser aquel, 
ella quería no ser aquel, 
ella no quería dejar de ser.


Ella gustaba de ver la televisión, 
y perderse en el zapping, 
y perderse en la noche, 
y perderse todo el día, 
porque todo ardía de mala manera allá afuera, 
todo se evaporaba formando una espesa niebla, por donde todo se desvanecía.

Ella quería guardarte en un libro que jamás leería, 
cambiarte el nombre y osar lo insensible, transformarte en un vuelo raso, 
o simplemente hacerte un funeral y dejarte en su propia tumba.

Ella nunca te quiso como quiso quererte, 
ella nunca te dijo lo que tenía que decirte, 
y ya no puede elaborar un miserable simulacro que calme
el rugido del silencio.

Ella se colgaba del tiempo como un barrilete se cuelga del viento, 
y las lágrimas dejaron de alcanzarla.

Ella se hizo un abanico con su perfecta comprensión 
de la inmensidad.

Ella se sabía diminuta en esta arrogancia del océano.

Ella sabía que la canción terminaría, 
que, como nunca dijiste, 
sabía mudarse de cuerpo como las serpientes.

Aun recordaba tu mirada perdida, 
tus versos lluviosos, 
tu poesía geográfica, 
tu almidonada comprensión de la subjetividad, o ese columpio que saltaba por la ventana.

Ella sentía que la canción finalizaba, 
en tanto dejara de escribirte, 
en tanto dejara de animarte a volver,
en tanto dejara de anunciarte su partida, 
en tanto dejaras de ser otro mas de sus cigarrillos
que besaba al partir...

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