:: La Crisis de la Izquierda ::
Hablar de la izquierda o la derecha como movimientos ideológicos en Chile es hablar de historia del siglo pasado.
De la derecha hablaré poco porque nace como un remanente de la izquierda y nadie, salvo Perez de Arce, se considera abiertamente un derechista.
La izquierda,
La vieja izquierda.
Los ciudadanos manejamos muchas formas de ver la política. Es consabido que ha existido una cierta estabilidad social en estos últimos veinte años que ha permitido al sistema económico imperante generar esta apatía política que sienten las personas y que se refleja en el poco interés de los jóvenes por participar. Es la herencia de la dictadura y que los gobiernos concertacionistas no quisieron solucionar.
Nada nuevo bajo el sol.
Sin embargo, la ecuación contempla esta apatía y la potencia aún más de variadas maneras.
El individualismo reinante, consecuencia de un excelente trabajo de marketing, ha generado una masa anónima carente de cohesión y les ha implantado un complejo de autosuficiencia culposa, similar al presentado en la serie Ghost in The Shell Stand Alone Complex.
Es cosa de hacer un somero análisis en las personas que nos rodean para observar que sus aspiraciones y deseos radican en la búsqueda del placer privado y al menor costo. Estos deseos y aspiraciones se ubican entre los más nobles para el sistema como: formar una familia, adquirir una casa, educar a los hijos, salir de vacaciones, obtener un auto y cambiarlo cada cierto tiempo, comerse un asadito el fin de semana, comprarse ropa, etc, o aspiraciones tan “repudiables” para la tan desacreditada opinión pública como ser un vago, artista bohemio, vola'o, alcohólico, prófugo de la ley. En pocas palabras, tratar de vivir al margen de las “buenas” costumbres.
La naturaleza del ser ha cambiado y gira en torno a las necesidades que aprendemos de lo que nos dice el sistema, de esta manera nos engaña al hacernos creer que somos nosotros quienes decidimos. Por tanto el ser adquiere una nueva dimensión en su relación con lo social, porque aparte de definirlo, lo obliga.
Y este equilibrio es complejo por que, si bien es cierto en este sistema podemos elegir las cosas que nos gusten, estos gustos y aspiraciones son motivados por mecanismos que potencian nuestra búsqueda del placer y nos ofrecen a diario situaciones en donde tenemos que elegir, sea esta elección para disfrutar un pequeño momento de distracción, para solucionar un problema, para definir nuestro destino, etc.
Se entiende que el hombre como diría Sartre: está condenados a elegir. Pero es el mercado el que se esmera por generar necesidad en donde no la hay. Por tanto, la responsabilidad siempre recae en el individuo, lo cual, es injusto si consideramos las continuas usuras a las cuales nos vemos enfrentados como consumidores.
Ahora bien, este individualismo incluso se aplica en política y acción social.
Es conocido para nosotros las diferencias radicales que se presentan a diario entre los distintos actores de la izquierda.
Y ¿Quiénes son la izquierda en este país? Pues políticamente hablando, la concertación y su menjunje compuesto de antiguos y obesos revolucionarios, tibios y caracoles demócratacristianos y los radicales; Luego tenemos a los comunista, los humanistas, al grupo de ME-O y compañía y algunos grupos okupas y pseudo-revolucionarios.
A ningún miembro de estas facciones lo he visto acercarse a mi barrio a hacer alguna actividad en pos de mejorar nuestro entorno o calidad de vida.
Y no quiero parecer demagógico. Es cierto que pueden existir una cantidad considerable de factores que influyan en ese nulo acercamiento.
Pero quiero detenerme en algo: En ninguno de los discursos o mensajes que escucho a diario a través de la televisión, radio, páginas web, facebook o twitter el tema central es el trabajo de base.
Y eso es lo que ha perdido la izquierda en este país.
La izquierda se ha transformado en una lucha ridícula por el poder que se ha perdido, en revoluciones añejas con olor a vino tinto de tanto discurso trasnochado o en apoyo a causas muy justas por cierto como el apoyo a los mapuches, pero que nublan el accionar que se necesita en el trabajo con sindicatos, juntas de vecinos, centros culturales, clubes deportivos, escuelas y demás instituciones.
Se ha obviado el trabajo del dirigente.
Y el dirigente social la tiene clarita en los barrios: Tiene que ir donde calienta el sol.
Claro, si las autoridades cambian y cambian, ellos no se pueden quemar porque necesitan que les aprueben proyectos, necesitan poner la cara para que le solucionen problemáticas barriales, necesitan que el pavimento participativo sea aprobado por el consejo, necesitan que la gobernación apruebe un par de proyectos.
Entonces, tanto las células de partido como los grupos independientes de la izquierda, han obviado y olvidado todo ese trabajo de base, y ponen a simplones y mediocres en las elecciones de Consejales y Alcaldes. O basan su trabajo en actividades en las plazas públicas como marchas o manifestaciones pequeñas y que terminan con desmanes. Obvio si nadie esta ni ahí con protestar por sus derechos si ni los conocen.
La derecha no ha ganado terreno por nada. Simplemente leyó lo que necesita nuestra sociedad: Afecto. Aunque sea de mentira, aunque sea un subterfugio para conseguir votos.
No digo con esto que justifico el trabajo del terror afectivo que ha estado realizando la derecha hace bastantes años en nuestro país. Y no es algo nuevo. Tenemos gente con nula educación cívica, han sido abandonados políticamente y que más encima tienen que vender sus convicciones por unos míseros pesos.
En las pasadas elecciones de Diputados y Senadores, un vecino me comentaba: “Yo soy socialista, siempre he sido de izquierda, voy a votar por el compañero diputado, pero las lucas escasean. Lamento poner este letrerito, pero son pesitos que no tengo”. El señor se refería a un cartel de propaganda política de un candidato de la derecha que puso en su casa.
La izquierda ha dejado a su suerte al pueblo, para que la derecha les robe la poca dignidad que les queda.
El individualismo no pasa impune por nuestras vidas. Deja enormes vacíos, nos somete a la derrota a diario; es sabido que el éxito que promete el mercado y la televisión no es tal y, como no aparece, engordamos, nos deprimimos, para luego volver a consumir y tratar de evadirnos nuevamente.
Circulo vicioso que está lleno de fracasos como el desempleo, las deudas, los vicios, carencia de autoestima, estupidización de la sociedad gracias a los medios de información, violencia, suicidios, etc.
¿Dónde quedó el trabajo territorial? ¿Qué pasó con las intervenciones en los colegios y centros de alumnos estudiantiles de enseñanza media?.
En Chile, a pesar de los cambios en el currículo educativo, (http://www.curriculum-mineduc.cl/ayuda/documentos/ ) hay cero educación cívica y la filosofía es mas bien un chiste con olor a psicología para los callos (Sin ofender a los psicólogos pero no los necesitamos aquí). Por tanto, si los alumnos no tuvieron la suerte de continuar sus estudios en la universidad (a pesar de que la educación universitaria no garantiza compromiso social, conozco a varios insípidos profesionales con cero opinión respecto a todo. Sólo están ganado plata), su destino final es transformarse en incautos consumidores con una mediocre o nula opinión respecto a cómo se organiza el país y con cero capacidad de elegir de manera consciente a sus representantes. Con suerte asistirá a alguna reunión de su sindicato o junta de vecinos, y entrará como bicho raro, pues no entiende por qué es necesario organizarse para resolver los problemas que le atañen a todos.
Entonces, cuando a cada rato se nos llama a la revolución, a apagar la tele, a organizarnos, a votar por fulano, a apoyar ciertas causa, uno no puede dejar de hacerse la pregunta: ¿Y quien chucha nos apaña a nosotros?.
La izquierda se ha transformado en una reliquia en boca de partidarios del pueblo, pero alejados del pueblo.
Es una palabra que toma forma de juguete conceptual. Es bastante enigmático cómo el legado del chicho (http://duardian.blogspot.com/2009/09/el-chicho-y-su-legado-historico.html ) marcó nuestra visión de una sociedad mas justa, pero parece que no se aprendió nada respecto de la forma de hacer gobierno, de trabajar con las bases.
Se suponía que la idea era llegar a las universidades para que nuestro socialismo creciera y se expandiera con el conocimiento de nuevas herramientas que ayudasen a la construcción de una sociedad más justa, mas igualitaria.
¿ Qué ha pasado con los profesionales de izquierda? ¿Dónde están?
¿Que pasó con las grandes marchas estudiantiles de los noventa?
¿Dónde quedaron los cientos de estudiantes que marcharon junto a Daniel Menco, que fueron sus contemporáneos luchadores por los derechos estudiantiles, que vivieron su muerte, lo transformaron en mártir y que ahora deberían estar ejerciendo como profesionales de nuestro país? Están apoyando a los sindicatos, entregando herramientas para utilizar recursos sustentables, protegiéndonos de los abusos de las casa comerciales, ayudando a las juntas de vecinos a hacer proyectos, etc.
Que linda y utópica Falacia.
Por tanto, hablar de izquierda en nuestro país, es hablar de Historia antigua, con olor a polvo de libro sin leer.
El cadaver de la izquierda pasa por fuera de nuestra puerta. Le siguen un montón de viud@s compañer@s y camarad@s.
El pueblo mueve su pañuelo blanco. Luego se dispersa. Hay que seguir salvándose solo.
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