Ahí, leyendo libros...(sin puntos estas vez)
Las estrellas se alcanzan, hermano...
Para voh' no han muerto, sólo duermen.
Aquí te espero...
Para: Eduardo Gómez Toro.
De: Ed J.L.
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-----Cuando veo tus pequeños progresos siento una empatía fuerte hacia ti, hacia ellos. Aunque quizás parezcan pequeños, aunque tal vez no representan una emancipación total de lo humano, significan mucho, y lo sabes.
-----En ellos siento una cierta seguridad que me llama. Como cuando la literatura reclama mi cuerpo. Si avanzas avanzo, si vas más allá yo voy detrás de ti, y si llega el día –que llegará– en el que te liberes totalmente pues yo también me sentiré algo liberado.
-----Me veo, acostado en la sala del cuarto-habitación-rancho-casa donde estás. Tú quejoso de mí, yo aguantando las precariedades. La nevera vacía, las deudas, ¡ah!, esas ni soñar. Me veo sin nada en el estómago, sólo algo de café y licor para variar (posiblemente vodka, aunque no me gusta beberlo solo), y en el ínterin de tu vida, estoy acostado en un catre, o en una especie de variedad de sábanas enrolladas en el piso; leyendo libros.
-----Me veo aguantar lo que aguantas, tal vez mucho más, pero estoy ahí con vos. Junto a ti sin que quieras que esté. Seré lo que en Venezuela dicen que es un mal tercio. Un arrimado. Pasarán y entrarán quienes tú quieras, quienes puedan, yo en cambio, me rehusaré a irme. Aguantaré tus puntas, tus reclamitos, las quejas y hasta veo la puerta abierta por tu mano –tú obviamente parado al lado de ella–, desde adentro, mientras señalas hacia la calle en el tono tácito del “te vas”… del “te tienes que ir Ed… no puedes estar aquí”. No podremos ni siquiera comer, pero aún seguiré ahí.
-----A lo mejor cuando la crisis esté en su punto más álgido, estaré tirado frente a la puerta, afuera, como un mendigo; leyendo libros.
-----Si no llego a consumar lo que me gustaría, una vida literaria, una vida en la cual pueda sostenerme escribiendo en éste sistema idiota, entonces haré lo imposible por jamás abandonar mi puesto, ahí en tu casa, o fuera de ella, porque será algo mío, algo que nadie me podrá quitar, ni siquiera tú mismo. Mientras publiques algo, hagas poemas y demás, mientras aceptes que no ganarás dinero, que no podrás mantener a tu familia –dejada o alguna nueva– y que en efecto tendrán ellos que esperar a que mueras para que tu nombre resuene y así la industria de la reproducción, con los derechos de tus obras, gire algunos pagos a ellos como comisiones o qué sé yo, seguiré ahí muriendo contigo, libre, reclamado dentro del cliché, liberado, a través del cuerpo que para mí representa el cuerpo de la literatura; Eduardo Gómez Toro.
-----Sino moriré igual, pero no será lo mismo morir ahí, por eso espero alguna vez poder llegar, y que lo que yo haga signifique una mierda, pero ahí estaré, al lado de un hermano que representará lo que quiero que reclame mi vida extinta: las letras.
-----Quizás digas que estoy desvariando. Que eso de desear tener éxito en la letra está de más. Una vaina así medio loca, vacía, cómo de locos pero; es una realidad. Si se quiere vivir a través del arte (para el arte), hay que hacerla para vivir. No será pura porque deberá tener un provecho económico para el artista, pero en ésta vida de consumo hay que sostenerse de alguna forma (mi alma quiere vivir [letras], mi cuerpo necesita comer [naturaleza vs. economía]). Ese sostenimiento implica directamente el dinero necesario para vivir y escribiendo uno no se lo gana. Yo me lo he ganado trabajando (empleado; del verbo emplear, que se emplea, que se usa), y en el trayecto he ido muriendo, entonces me digo, ¿por qué no morir así?, entre las letras que no podrás comer jamás pero que alimentarán tu cuerpo de paz… ¿por qué no entregarse a la muerte desde las páginas asesinas de algún libro? Si es una sentencia de muerte progresiva el estar anclado a un sistema social de consumo, acelerar el proceso desde el imperio marchito del arte, no sería tanta locura entonces ¿verdad?, ambos serán una muerte segura. En el primero, será la diabetes, un infarto, el cansancio, el cáncer, el alzhéimer, un accidente de tránsito, la depresión, un disparo después de un robo, la soledad… en el segundo, será la poesía, la prosa, Honoré De Balzac, Piano Concerto Nº 3 Op. 30 (Sergei Rachmaninov), Nadine Gordimer, una sonata para piano, Lao Tse, Iolanta de Tchaikovski, FAUSTO, Eterno Resplandor de una Mente sin Recuerdos, Immanuel Kant, El Club de la Pelea, La Guerre et la Paix (Prokofiev), Radiohead, La Persistencia de la Memoria, Orahn Pamuk, Tutto Tace, Into the Wild, Hamlet, El mar, el mar, Impresión: amanecer, 23 Gramos, Metamorphosen Studie für 23 Solostreicher, Los Límites de la Fundación, Plegaria de una Virgen, el Partenón, La pianista, The Rite Of Spring, y un sinfín interminable y redundante de obras que te darán la muerte en la que podrás irte en paz; al universo, a otra galaxia, a lo sideral, y no será el constructo sistemático-tecnológico-humano-económico-complicado, con sus gobiernos y sus leyes, con sus estúpidas monomanías, con la reproducción en masa y el marketing, con las mentiras de la calidad de vida (psiconomía), lo que acabará con tu vida y no sentirás que jamás hubo significado.
-----Por eso no es que quiera creer, es que estoy convencido, de que tirado en la sala de la casa de un poeta que poco a poco va creciendo, sin nada que comer y con muchos problemas económicos; podré escribir obras que nadie leerá, podré leer los libros olvidados y esos que nadie se atreve a examinar. Escucharé las piezas que a todos le estorban, inventaré teorías filosóficas, veré o recordaré películas vacías y tontas: en paz. En absoluta, compleja y completa felicidad, porque será el deseo de hacerlo el mejor alimento, el mejor sedante que me dejará irme de aquí, en paz; entre las letras, entre los versos, ahí… leyendo libros.
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Artículo Original.
::Ed::
Para voh' no han muerto, sólo duermen.
Aquí te espero...
Para: Eduardo Gómez Toro.
De: Ed J.L.
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I
-----En ellos siento una cierta seguridad que me llama. Como cuando la literatura reclama mi cuerpo. Si avanzas avanzo, si vas más allá yo voy detrás de ti, y si llega el día –que llegará– en el que te liberes totalmente pues yo también me sentiré algo liberado.
II
-----Me veo aguantar lo que aguantas, tal vez mucho más, pero estoy ahí con vos. Junto a ti sin que quieras que esté. Seré lo que en Venezuela dicen que es un mal tercio. Un arrimado. Pasarán y entrarán quienes tú quieras, quienes puedan, yo en cambio, me rehusaré a irme. Aguantaré tus puntas, tus reclamitos, las quejas y hasta veo la puerta abierta por tu mano –tú obviamente parado al lado de ella–, desde adentro, mientras señalas hacia la calle en el tono tácito del “te vas”… del “te tienes que ir Ed… no puedes estar aquí”. No podremos ni siquiera comer, pero aún seguiré ahí.
-----A lo mejor cuando la crisis esté en su punto más álgido, estaré tirado frente a la puerta, afuera, como un mendigo; leyendo libros.
III
-----Sino moriré igual, pero no será lo mismo morir ahí, por eso espero alguna vez poder llegar, y que lo que yo haga signifique una mierda, pero ahí estaré, al lado de un hermano que representará lo que quiero que reclame mi vida extinta: las letras.
IV
-----Por eso no es que quiera creer, es que estoy convencido, de que tirado en la sala de la casa de un poeta que poco a poco va creciendo, sin nada que comer y con muchos problemas económicos; podré escribir obras que nadie leerá, podré leer los libros olvidados y esos que nadie se atreve a examinar. Escucharé las piezas que a todos le estorban, inventaré teorías filosóficas, veré o recordaré películas vacías y tontas: en paz. En absoluta, compleja y completa felicidad, porque será el deseo de hacerlo el mejor alimento, el mejor sedante que me dejará irme de aquí, en paz; entre las letras, entre los versos, ahí… leyendo libros.
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Artículo Original.
::Ed::
Que tal Eduardo, me llamo Pedro y me gusta tu trabajo. Yo soy de Bto. Sur, Quilpué y tambíen soy escritor. Veo que vas a participar el Sabado en la cruzada solidaria, nos vemos entonces.
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