:: Tierra de las Sombras ::

Oigo las puertas colgadas en el velo de los ciclicos momentos. Se abren y se cierran conforme se va tejiendo una nueva hebra. 

Siempre ha sido cosa demostrada: el comportamiento, la verdad, la compañia o el exilio. Cuando los azulejos se van ennegreciendo, o el techo de la historia se vuelve una retahíla de imágenes repetidas, como si llovieran leves deja vues en el centro de los argumentos, o si aparcó la distancia para comer, mientras hay una fuga constante de narrativa, me voy dando cuenta que la suerte se me intuye imperfecta cuando la constante sigo siendo yo.

Entonces el mundo no basta para elegir el mismo camino, pues yo soy mi propio destino o al menos el que ya eligió sentirse despedazado por la eterna respuesta de lo anterior, letras cansadas de tanto espasmo y sentencia nebular, en ese rincón donde puedo sentarme a volar sin prisa, sin esconderme ni guardarme nada, porque no hay distancia entre todos los que habitan en mi morada.

Salvo escuetas depreciaciones, puedo estar mintiendo para simplemente figurar, o crear un juego de palabras que voy sacando de un aparador roñoso que guardo para las grietas del azul del cielo, pandemia mediante, no se me dan las grandes alabanzas ni muchos misterios; quizás el misterio es ambiguo cuando uno se vierte cristalino ante la nada binaria que te lanza hacia un mar de servidores y páginas del mundo, remotos espejos que rebotan la miseria del sonido entre puertas que abren y se vuelven a cerrar.

Quizás si ....

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