:: Aquellas Curvas en la Sombra ::

En una curva cuelgan la ropa que ya no encuentro en mi armario, las palabras que quizás de dónde vinieron y pasaron, siguiendo el sendero, el largo registro de las apariencias que cambian conforme se distinguen lineas rectas que llueven como sustentos ideológicos, cuando se atraviesa el umbral en una dispersión continua y solemne, mientras se deriva en silencio y el desplazamiento se produce en un lugar inexplorado de la conciencia.

En esta curva podemos llegar a la cima y vivir como en el infierno, pensando que es el cielo. Pero es sólo un simple lugar heredado, como esta maldita maldición de la carne, esta próspera tendencia al caos y la destrucción.

Y entre tantas curvas y oscilaciones, somos el hermoso eufemismo que oculta nuestra condición de plaga.

Tengo otra curva guardada siempre en mi cabeza, donde cuelgan millones de imágenes por segundo, insisten en abarrotar mi propio cinema, mi propia eternidad sensible en esta curva que siempre tuvo un final anticipado.

Esta curva de montaña rusa, el viaje, la mirada de soslayo, al otro lado del mundo, del otro mundo, no siendo parte del mundo, mesianismo pequeño o divertimento de los dioses, una voz en un desierto de estrellas que asechan este planeta imaginario, como las palabras e interpretaciones que llegan a tu cabeza, las decodificas a diario para mantenerte en forma, en esta cordura que te regalaron desde la cuna.

Y si la curva se doble o se bifurca, es irrelevante; no hay espacio para tu humana razón de ser, siendo parte del engranaje te codificas como un imperfecto moral y servil a los designios de la falacia, en esas sombras del camino azul, comparadas con cipreses y muchas horas de imaginario real que vemos en los sueños.

Pero en las curvas se cierra el camino, se abren las propuestas, eliges el misterio de tu propia decisión. Sabemos que no somos libre pero al menos tengo la certeza de que amo tanto, vida mía, que no puedo despertarme sin amarte.

No puedo.