:: Taxativo ::


En el tiempo- Grabado - Eduardo Gómez


Siempre hay una bomba de humo guardada en el bolsillo, en la boca, en las teclas,
entre las piernas, cuando se pone duro el corazón, o cuando es una roca impenetrable porque debe ser así.

Tal es la condición sentida de los heridos en la gran guerra.

Siempre pudo amar, mas que ahora. Siempre hubo tiempo, aún en el exilio lejano de los días cuando vivieron en el pensamiento, en esa idea rematada, encontrarte doblando en una de las esquina de su vida, apareciendo para salvarlo de una ridícula conversación o simplemente tomándole la mano para escapar a cualquier parte, cuando bajase de las nubes, cuando su voz dejase de cantar. 

Siempre pudo buscarte mas de la cuenta, pero eran humanos, no son parte de un sueño ni de buenas intenciones; el sarcasmo gira sostenido mientras helada la mañana, caminando no hace frío ni menos el tiempo para pensar se difumina en el espacio que aguanta la mirada antes de que abordemos el gran viaje diario. Lluvia, nublado, sale el sol, sale el sol sale el sol sale. el horizonte es un sable que parte en dos la cuota sensible. todo cambia en el cielo, todo sigue igual aquí adentro, donde la inocencia duele y escurre desangrando el motivo por el cual eligió guardarte de todo lo que lo rodeaba.

Todo el torbellino ahora es un parrón viejo y apolillado en su cabeza, y vaya que lo extraña. 
Hojas amarillas bailan el son de la muerte, rozan su mente desnuda para protegerlo del tedio y la necesidad de salir arrancando de todos los asuntos que importan una raja.

Funcionario sois, funcionario somos, funcionario ellos, esperanza colinda con prescripción y caso perdido.
Eran un caso omiso. El asombro de la verdad es polvo que resuena como un eco gastado de otros años, de otras eras, de otras vidas.

Vidas que clausuraron la serie hace mucho tiempo, miran de reojo por la ventana para concluir que no hay forma de calzar, de tropezar, de salir corriendo del mundo como cuando avasallaron la inmensidad del invierno, detrás de la puerta que colindaba con el mar, con toda esa prudencia que no alcanzaba para respirarse sin que se jactase la suerte de tirar los dados cargados para el brindis y la sonrisa entre las sombras.

Entonces pasaron miles de años escribiéndose así mismo, omitiéndose, armando su propio cuento, su propia justificación, días y pasos lentos que siempre pueden abarrotarse para ponerle freno a la mala jugada del tiempo y sus acomodos. 

Se moldearon conforme podían ajustarse de la vida. ¿Quién podría culparlos? cuando todo fluye a la velocidad de las sombras, no hay apuros ni relajos en la patria de los clandestinos. Se hace lo que se puede en la medida de lo que se presenta como falaz e innecesario.

¿Cuántas veces se puede crispar los dedos?. Todas las que se puedan.

¿Cuántas veces puedes tirar la bomba de humo?. Toda vez que sientas que no te cuadra lo que observas o lo que buscas.


¿Cuántas veces puedes ser taxativo?. Sólo una vez en la vida.



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