:: Pitch ::
El dolor
El problema.
El mismo camino que huellas recorrieron sin mucha pronunciación.
La geografía intercambia sabotajes por imágenes y colores que se cuelan en la vasta disipación de lo que suele ausentarse en la evocación.
Permanece algo, es la esencia, ¿Cual es el truco para clasificar como seleccionado?
Lejanas letanías sirven para sazonar la invisible vastedad de la contemplación.
En el juego sagrado de las coordenadas, solemos ubicarnos siempre en el lugar que podemos estar.
El analgésico.
Conforme sigue desapercibida la función motora, el peso de los años va mermando tu capacidad de asombro, acongojado por un sensible predicamento que guardas como un paliativo que sublima la impresión de que todos los pasos dejan las mismas huellas.
Ser parte de un ciclo.
Sin ser parte de nada.
Perteneciendo a una cadena alimenticia que devora mundos enteros, la ecuación necesita alimentarse de preguntas, esperanzas y teorías, de la especulación, del vacío.
Y podemos ponerle fichas a todo lo que puede estar al alcance de lo accesible. Un largo etcétera que todos conocemos muy bien.
Sedante, no hay emociones. Euforia, retórica, rutina, compromisos, la tarea, Euforia, silencio, sedante, asciendes, no hay nubes, la tierra, el progreso, la gente, el cólach(*), tomas algo de aquí, lo pegas allá, revisas la ortografía de tu realidad y la ordenas conforme te interese, en base a una gramática moral que ni siquiera es propia.
¿Puedes sentir como el color desaparece cuando abres los ojos? Coloreamos el molde que nos imponen para dormirnos en la vastedad de lo que construimos para depositarlo en la bodega de lo que conmemoraremos.
La solución.
La profecía de que alguna vez tocaremos el cielo, todos íbamos a ser reinas, todas las orugas encubarían alas de colores para luego ser devorados por el manto religioso de la red social que nos atrapa para encajarnos predicamentos que alimentan las ganas de posterizar la especie, sin ninguna duda, sin que importe realmente si nos llegamos a encontrar.
La solución no es en movimiento, a miles de kilómetros por segundo, avanzando en marcha atrás.
Hijos de la destrucción de una estrella, polvo que avanza en sentido contrario, poblando el todo, arrasando la nada, sin fecha de vencimiento, condenándolo todo para equipar el color de la oscuridad del orden, siendo el caos que propicia el caos y la invasión, en nombre de nuestro espejo.
¿Y si nos quedásemos en suspensión? Todo se detuvo para que amanezca antes de tiempo, nadie se levanta, en tus sueños sirves de peón para avanzar al jaque mate con el que apuñalas la historia, la tuya propia, y mientras sangra, bebes con lujuria tus recuerdos para sublimarlos con descaro, violando la problemática narración salvaje de tus emociones; entonces el placer cuando aniquilas tu inocencia con vehemencia senil, el clamor de miles de imágenes que no alcanzaron a complacer tu recipiente, la bóveda se parte en millones de conexiones que huyen del orden establecido, heredado del silente aprendizaje que fustigó por años tu ingenuidad culpable.
Placebos que aparecen como sacerdotes de la expiación, la marcha de los antiguos condenados a la vida, en la espera sueles comprar un boleto sin retorno.
¿Y si quisieras largarte. Empezar de nuevo?
Podrías buscarme.
Al otro lado de la pantalla.
Yo soy tu creador.
¿O Tú eres el mio?
Cuéntame tu idea que dure un par de minutos innecesarios.
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(*) Collage
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