:: sin nombre y sin imágenes ::

Conforme me alejaba, los aromas se lanzaban al vacío y me dejaban.
El álamo sigue en pié, lloraba sin mover una sola hoja. La distancia siguió creciendo, era un universo entre él y yo, entre tu y yo, y la costa cerrada, cuando era el pacífico y las estrellas, cuando colgabas de todas ellas, y yo...
Yo solía perderme en la epidemia invernal de todos los años, era mas bien un peregrinaje, una utopía, un sueño. Algo que nunca supo crecer o aprender, qué se yo. Algo sin forma que supo detenerse en mis fotografías que llevo aquí, guardadas en mi memoria.
Una eternidad encerrada en tu propia altura, eras creyendo que mirabas por última vez este cuerpo que, conforme se alejaba, tenía mas aroma a un simple recuerdo, una raya mas en la pared.
Conforme me alejaba, oh pancho del marino que se ahogaba cuesta abajo, te difuminas, intermitente,
Y las nubes....
Ahora, sentado, sigo fumando té, sigo escribiendo mis glosolalias intimistas. No tengo el carácter de un poeta, no puedo, mas bien no quiero alejarme de esto, para ser el espejo de todo el mundo.
Y las bancas duelen. Solas, taciturnas, suelen cobijarme cuando quiero tomar un café con las dos manos y seguir caminando por mis asuntos.
A veces camino, a veces respiro, a veces puedo depositarme en una botella y lanzarla lejos, a ver si alguna de estas noches pueda seducirme con el olvido.
"La memoria del corazón elimina los malos recuerdos y magnifica los buenos, y gracias a ese artilugio logramos sobrellevar el pasado" diría García Márquez.
El corazón es una memoria muscular que nos obliga a traicionarnos en el velo insufrible de la irónica necesidad de amar. Amar lo que sea, amar el polvo, el mundo, amar lo que nos obliga, lo que nos niegan, amar los microscopios, amar el infinito, amar sin que duela maldita sea, sin que moleste, que se acomode, que se aguante, amar cuando el corazón deja de recordarnos como unos perfectos desconocidos sin aroma.
Conforme me alejo, pienso en los sueños, camino en silenciosa perturbación, hago como que no existo, el mundo ha seguido igual desde hace un par de años, y yo me alejo de lo que fui y seré, me detengo a charlar con mi panza y mi pellejo, tengo hambre, a veces me da sed, suelo sacudirme la hipocondría, prendo y apago luces, disparo cigarrillos en completa soledad.
Conforme me alejo, trato de buscar el camino a casa, ese que perdí hace tantos años.
Aroma de canela, de puertas cerradas, aromas que conforman,
y confortan.

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