:: Venganza ::



La melodía de un siglo de plástico retumba en el cementerio de un día lunes. Máscaras crepitantes succionan todo el aliento vital. La marcha de las hormigas displicentes inicia su procesión al olvido final de una jornada mas. En el concierto imaginario, se cambia todo por nada, aire por lágrimas, papeles por tiempo, palabras por axiomas, la vida es un relato caprichoso narrado por niños obesos que se cansaron de cosechar el universo. El día como un anciano sin rostro, se cubre de una muerte escarlata; En cada hogar nos espera el luto silencioso que nos convoca a la maldita esperanza de un fin de semana mas.


Y la vida se nos va:

como una preciada
ofrenda
que se consume
a través de los mili-segundos cuánticos
que no se dignan
a darnos pelea,
ni mucho menos la cara.
Flores deshuesadas como singulares parabienes, se guardan en el bolsillo para domesticar la rabia, siendo un correcto funcionario del placer; que es lo único que nos va quedando. Ahora miramos al infierno desde lejos, por televisión. El diablo es un buen compañero que fue desterrado, como nosotros, del paraíso, mientras los dioses nos miran desde lo alto, dirigiendo el país, apostando en la banca o jugando a la gran capital. El sol puede quemar o helar hasta los sueños. da lo mismo. Somos el Nocturno siniestro que fue expulsado de la fiesta. Somos los que secretamente soñamos con ver al mundo arder.

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