:: Ontología Propia ::

Una onda que merece algo mas.
Un trasnoche cotidiano que mira el día
con los ojos nublados.
Un idilio permanente que sueña con sus propios enemigos
para buscar respuestas innecesarias.

Una montaña de difícil acceso que se desquebraja 
en flores y melodías melancólicas.

Un barco de papel que se hunde en el arroyo de sus propias
lamentaciones.

Un gorrión que juguetea en el cielo crepuscular de una ciudad
(eterna)
olvidada como una ciudad del césar y todos sus asuntos.

Un falso profeta que salió a comprar pan y cigarrillos
mientras las miradas arden como el relámpago.

A veces el muchacho salió un día 
la ultima vez que se vio por ahí, frotaba por su cuerpo ese aburrido
bloqueado lunar que tanto le gustaba.

Casi siempre jugaba con sus reflexiones de pirómano intelectual.
Odiaba el aire fresco que formaba las nubes, 
esas hijas bastardas del océano y toda su arrogancia.

Se sabía una onda, o al menos eso había aprendido
con los años.

Revoloteaba entre la propia muerte y la negación de la existencia, 
la plenitud del vuelo indolente, la heroína misteriosa, 
ausencia de si mismo.

Tanto recorrido para saborear nocturnos congelados en un piano.

Siempre supo que había algo mas para él.

Siempre hay algo mas para él.

Siempre supo que mañana era mejor,
pero nunca es mañana, 

siempre es hoy.

Una onda en la montaña solitaria
trasnochada que sueña con sus enemigos
en un barco de papel que dirige un gorrión
con destino a la ciudad del falso profeta
esperando que el muchacho siga tratando de quemar
su propio mundo con lágrimas de cementerio.








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