:: El Resplandor ::




Yo subí y bajé varias veces a pata por Cumming.

Me fumé no se cuantos cigarrillos.

Los escalones siguen intactos,
la gente insiste en pasar desapercibida.

El cuerpo como punto exacto 
henchido de recuerdos.

Vi pasar las horas sentado ahí, 
esperando.

Sabía que las horas y los otros eran nuevos desconocidos,
en una historia invisible sin mayores aspiraciones.

Siendo la propia historia, caminé por las afueras de tantas imágenes
inconclusas.

Uno nunca sabe cuando terminan de sorprenderte las avenidas sin 
un final aparente.

Muchas veces el pasado puja por volver a nacer fértil y dócil,
como si mi cuerpo fuera un pesado umbral que se quiebra
en miles de segundos pasados, 
con aromas y sabores explosivos, 
con alimento de perro guacho y viejo,
que camina sin prisa
a pesar del brillo en sus ojos.

Muchas veces busqué y busqué, 
mirando a través de la gran ventana,
a través del metro, a través del tiempo no concedido;
desaparezco cual fragmento etéreo de tu historia,
tirando la bomba de humo para zanjar todas las dudas.

Muchas veces el pasado es un compás nocturno
de pianos salinos,
que no terminan de doler.

Algunas veces prefiero caminar en secreto,
gritándome al oído mi propio nombre, 
como aquellas vez.

Ahora último, 
bajo mas seguido al centro, 
ahora fumo mi propia estación, 
siempre esperando:

Esperando bajo la casualidad

o al inicio de nuestro propio tiempo.



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