:: Era ::



Era el ruido,
la noche, 
el sol sin mucho brillo, 
el tejado de vidrio, 
la suerte apostada en una esquina cualquiera, 
sin mucha forma, 
sin mucho miedo, 
sin muchas cosas que contar.

Era lo indescifrable, la parsimonia, 
la voracidad con que observamos la línea temporal
de nuestros susurridos, 
las inhalaciones silentes de los momentos concedidos, 
la tierna mirada del espejo, el afanoso gemido
con el que repartimos justicia, 
la santa justicia de nuestros asuntos. 

Era tan solo eso, una escaramuza gentil 
entre tanto espacio que ocupamos
para trabajar lo inconcluso, 
lo inmaculado, ese brillo dulce en el mediodía amargo
de la recapitulación tranquila.

Era un lugar donde sentarse
para reflexionar sobre nuestros logros, 
aciertos y cosas inconclusas, 
una recapitulación con sabor a lágrimas
y recuerdos risueños, un par de fotos guardadas en código binario, 
tantos mensajes de textos, tantas cuentas pagadas, siempre tendremos una opinión concreta
o el beneficio de la duda y la casualidad.

Eran tantas cosas las que se cruzan cuando damos pie al nuevo día, 
eramos tan felices cuando éramos inocentes palomitas, 
y quizás no hacía falta observar la inocencia con este maldito dejo
de madurez polvorienta y húmeda de tanto escrutarla.

Eran tantas cosas que contar, con tanta valentía, de todas formas no se asoman las esquinas
por donde doblar al destino, 
eran las tejas lanzadas al espejo, 
era la luna llena filmándolo todo, 
era el día, 
era el silencio...


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