:: El lado oscuro del Mago de Oz ::
Pink Floid,
Por qué siempre apareces en los momentos más dinámicamente tensos
de la oscura presencia del furioso espíritu cansado??.
La cabeza vuela significativamente loca, terca, apaciguada
por el fermento de pasiones viejas...
Ahí vienen los cuervos, se posan en el hombro del tiempo
se comen las migajas del silencio,
Erase una vez el anhelo,
se perdió en la bruma del delirio,
son tuercas,
(dicen)
son tuercas.
Ellas suenan como un ramito de suspiros
con olor a mierda,
con sabor a propaganda gastada,
con hedor a pequeña provincia.
Destellos !!!
son destellos ,
decían los muertos.
Acaudaladas melodías que se lanzan
al vacío,
a la muerte
al suicidio del sol,
al mediodía.
La noche, la noche me protege
de los cuervos,
de la podredumbre mortal,
es este sudor viejo, es esta carne que me sobra
del cuerpo, es esta voluptuosa necesidad
de malgastarme...
Dorothy !!!
Asiéntenos, convócanos...
Usa nuestra reliquia como tu compendio
para sacrificarnos,
Es el vellocino negro de la mediocridad.
Es la holgazanería de las buenas intenciones
No te detengas, tu eres más que una denotación
de la estupidez.
Suenan las campanas.
Suenan las campanas.
Relojes embusteros que nos adoctrinan
con la velocidad del compromiso,
con la imperiosa fatalidad de los segundos,
que se arrancan de nuestros cuerpos cansados.
¿Es acaso esta solemnidad un pleonasmo grotesco
que protege el fastuoso camino
que los dioses apagaron
para ocultarnos su melancólica presencia?
Armas, armas por todas partes.
Explosivos que estallan en la boca,
nos enceguecen con la verdad,
apabullada como una vieja que se retuerce
en su lecho de muerte.
Nunca hemos querido la verdad.
¿Para qué?
No necesitamos este calvario, esta fascinación por las
olas de un océano cansado
(asesino)
que se viste con colores prestados.
No nos den el mar, no nos sirve de nada,
no nos den la tierra, son meros subterfugios.
No nos den la palabra,
nos envenena.
Quiero de vuelta mi inocencia,
quiero de vuelta mi decisión de no estar aquí...
A cada rato nos lentean con sus vejaciones,
nos hacen un control masivo para no poder alcanzar
las banderas.
La vida es un juego, dicen
cómo no,
si hace rato que acaudalaron las huestes
del invierno,
para sus propios asuntos;
lanzaron a sus perros
de presas
para que nos muerdan en las calles,
pobres idiotas que sirven a un imperio imaginario,
con sus cabelleras rapadas,
con sus uniformes color palta podrida,
con sus antiguas prevenciones de la justicia,
mientras las putas se venden en el congreso,
en los juzgados de tantas letras perdidas,
Háganle caso a la razón ,decían,
obvien la maldad de la humanidad,
no tiene cabida...
Cómo se te ocurre dejar afuera lo más preciado
que nos roban a diario,
Tu imperativo categórico es una burla sintomática,
pretenciosas,
sicológica.
Entonces algunos viejos hojarascas siguen crucificando
al cementerio,
siguen apelando al espíritu,
clavan tachuelas podridas en los maderos,
cuando los estigmas son nuestra propia negación
de la realidad antojadiza,
material,
cognitiva.
Hemos dejado que construyan un mundo de
fantasías
en nuestras propias narices
y ¿por qué?
Porque hemos nacido
en la coherencia
de nuestras propias afirmaciones.
Aurea de concreto negro,
a cambio del dinero,
todos tienen su precio,
todos venden sus ideales por un par de billetes,
Entonces las aspas oxidadas de un molino viejo
en la pequeña provincia,
se retuercen ante la traición de las bases
que comulgan con el enemigo.
Con aquel que bastardo que ya no tiene pelo
de tanta vergüenza,
que sigue acaudalando su nariz
para ganar un primer premio en alguno
de sus pobres espectáculos malolientes..
Y nosotros seguimos aquí, soportando la compra de
nuestros propios estandartes,
¿De qué sirve toda la trayectoria?
¿De qué sirve todo el trabajo de base?
Si todo tiene un precio, si has vendido tu alma
a los demonios que algunas vez combatiste.
Hijos de la dictadura de las mansardas, Nos asesinaron
las ganas de luchar.
Tú pudiste estar ahí, levantando nuestros estandartes.
Tú eras nuestro propio Robert the Bruce.
Te hubiera seguido hasta los confines del imperio,
hubiera esquivado contigo las garras de oro.
Tú pudiste armar la verdadera revolución,
la que tanto almorzamos al sur de los molinos.
¿y qué hiciste?
Pusiste tu precio, y te vendiste.
Nos abandonaste a nuestra propia suerte.
Ahora somos presa del imperio de un pequeño dictador
que cambió su pelo por una nariz.
Entonces todos tuvimos que asesorarnos con la mediocridad.
Nos tuvimos que replegar, como marionetas de un teatro
de luces tenues,
como polillas que se alimentan de las esperanzas viejas,
escapando de las arañas asesinas que ostentan el poder.
Ya no puedo despegarme de la ira contenida.
Ya no puedo perdonarte,
en esta nueva pubertad de locas fascinaciones,
por el nuevo mundo contenido.
Yo me descargo en un coro descontrolado, en un amanecer
tranquilo
en esta pequeña provincia.
¿Has visto como la noche escapa del aburrimiento del sol?
Arcoíris, yo no te olvidaré.
Arrancamos del fuego para volvernos a encontrar, es una
promesa.
Entonces mis ojos se vuelcan en sus cantaros vacíos
para refugiarse,
para ordeñan un par de lágrimas.
Voy camino a casa
Es esta princesa loca que los convoca, no soy yo,
no son mis palabras.
Voy camino a casa, quiero encontrar el camino.
Quiero vaciarme como un reloj de arena
en el desierto del tiempo.
Después podrás acariciarme, lamiendo mis secretos,
alborotando mis entrañas, oscilando entre las cenizas
y el salino bosque de mi antesala,
allí es donde me esperan los que habrán de juzgarme...
Ecos que rebotan en mi garganta,
que se abre como una melosa soledad.
Estamos cansados de morir,
estamos cansados de fallar,
estamos secos, colgados de una metáfora
mal hecha y sin terminar.
Ya nos aburrimos de la prestancia de la ecuaciones,
la conjunción de los sentidos, la presentación
de las tablas de verdad, el menoscabo de las luces,
el jolgorio de las vacilaciones.
Decisión tras decisión,
esa fue la herencia maldita de los que nos legaron
esta época del plástico, de la patria descolorida.
La bandera de la estrella fugaz de los deseos perdidos.
Lanzamos la llave de nuestras profecías
en una botella de polietileno,
en un barranco al sur de todo el mundo,
en el lado oscuro de una luna,
que nos mira con
pena...
Letanías en la noche,
es el ladrido de los perros,
el caminante que olvidó la ruta,
que lavó sus bolsillos para borrarse.
Aferrarse a un corazón de lata,
a un espíritu de paja,
a una pequeña faldita,
a una renuncia inconmensurable.
Seguimos palpitando el aceite,
seguimos dándole cuerda al despertador
(que no suena)
que nos ha dejado varados en esta isla dorada.
Quizás era la canastilla,
quizás vivimos en una tierra mancillada por el infierno
carmesí
de las verdes esperanzas.
No tenemos tiempo para mirar alrededor, las alas se nos
queman
como el Ícaro farsante, como una carrera diurética
con destino al universo plasmado en las pronunciaciones de
los trazados
imaginarios.
Entonces, nos obligaron a correr por las orillas
de la concepción del mundo,
como testigos ajenos de la república que se construyeron
a la medida de sus filosas pancartas de igualdad,
nos voltearon como un guante,
como una cuchara que no se dobla porque no existe.
En la matriz perfecta no puedes dudar de tus calcetines
mojados,
de tus faltas a la moral,
de tus olores
que sudan estalactitas galácticas.
Yo lo sé,
tu también lo sabes:
Hay algo que no cuadra.
Hay algo que huele a mantequilla derramada
en un pan tostado,
hay un cierto soliloquio propio que se cruza con
el de todos nosotros.
Gatos ahogados en el estero, por culpa de la gatas.
Razonamientos que se quedan tras las rejas
de la seguridad,
con la que nos amenazan a diario.
Somos una bersión
mal programada de la libertad.
Nos quedaremos aquí, encerrados por la gravedad
de los sentidos.
Por la leyes de la paliatoria constitución
de la esclavitud de los deseos.
Casa, otra vez,
Ya no podemos desperdiciar el camino a casa.
Es bueno volver a nuestro albergue,
para esperar a las palomas
para regalarles nuestros botones,
para encontrarnos con la bruja
tras el espejo.
¿quién soy?
¿Para qué vine aquí?
Vengo en busca de algo
de lo que no tengo idea.
Y ni siquiera sé qué hacer con aquello.
Limpio y limpio mi espejo,
me lavo los dientes,
me dibujo la cara,
subo y bajo mis cejas,
abro mi boca
y el espejo desaparece.
Grito, grito para romper el espejo,
pero la melodía rompe mis esquemas,
rebana mis oídos con el pavor
de las ganas cansadas.
Huir,
susurran mis manos,
mi cuerpo,
todos mis recuerdos.
¿Quién soy?
Un altibajo desafinado, una secuencia
mejorada en los laboratorios,
un salón de belleza
donde tratan de asesinarme.
Entonces los veo marcharse
bailando, sonriendo,
elucubrando margaritas negras,
Ríndete!!!!
Dorothy,
eres una ladrona traicionera.
El pasto cercenado, el ostracismo
de los funcionarios públicos.
Abran paso al imperio del mayor engaño,
cajas sin fondo reciben las ofrendas,
suenan como el arroyuelo asesino de fin de mes,
como diamantes jubilados, llenos de pus,
de amargas oligarquías.
Dinero, dinero por todas partes,
Nos Inventamos el valor, el coraje,
el capital,
Había que cambiar el mundo, no basta con descifrarlo
en las imprentas.
No importa
Era mejor venderlo.
Nos rendimos.
Y siguen los oradores con su verborrea
celeste,
Lobos y leones que se presentan como
candados para encerrar a las pobres ovejas,
almacenadas en las cifras.
Luego fuimos amedrentados
por el bosque embrujado,
por los medios patrocinados por los consorcios.
Fuimos absorbidos por la maquinaria inagotable del progreso,
por el tedio,
por las vidas que se cuentan como fotogramas gastados,
de una pantalla
vieja.
Pudimos sobreponernos
y organizamos todo,
bajo sus reglas
¿Y qué paso?
Enviaron a sus monstruos alados, a sus rocket
a sus generales rastreros,
para cerciorarse de que las alamedas fueran extirpadas
de nuestras calles.
Nos vencieron aglutinando todo el poder
socrático de las inducciones, todo el quehacer
mediático de las decisiones.
Nos acorralaron, sin perjuicio de la palabra,
nos ajusticiaron con el sudor de nuestro silencio,
que aún perdura.
Y eso es lo que no se entiende.
Cuanto silencio entre la nieve de nuestros corazones.
El barril de agua no caerá de los cielos,
ni del infierno gris de nuestros sueños
Pueriles imágenes cargadas de inocencia.
Ofrendas toscas que se presentan a los dioses,
que nos abandonaron.
Seguimos esperando las respuestas...
esperando las respuestas....
Abre bien los ojos.
Mira detrás del humo negro,
de la ornamentación.
No grites, no hace falta...
Mira bien.
Es la misma maquinaria elaborada para el engaño.
La misma ironía de todas estas décadas muertas.
Vivimos en el aire,
mira a tu alrededor,
no llores, sólo tócame, no corras, no hace falta,
Tan sólo no aceptes sus explicaciones, no hay un puto
segundo que nos pertenezca, no hay una presunta saciedad
para este
dolor.
Primero nos roban el corazón, "en los doce
juegos";
Luego en las academias certifican con cartones nuestra
penosa inteligencia
residual,
Nos condecoran con medallas cuando hacemos una tesis de
adiestramiento sincrético hacia las
autoridades, esas que custodian esta irónica pronunciación
de la patria imaginaria.
Y por fin nos mandaron a casa, de vuelta a la edad media,
sin revolución,
sin libertad,
sin igualdad,
sin fraternidad...
Nos dieron un globo aerostático,
para volver a encerrarnos,
en las cárceles de oro.
Ahora repite conmigo:
No hay como estar en el hogar.
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¿Puedes hacerlo?
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