Las musas ya se marchan...

El poeta y la musa - Rodin.
Chopin - Nocturne No.11 in G Minor



Hoy ya no hay un suspiro alentador que embriague a las musas.
Las letras marchan como sumidas a una condena,
vociferando canciones viejas,
maltratadas,
sometidas a cientos de años, en que vagó la voluntad odiosa
de limpiar los vidrios de las alturas.

Y sólo un trapo viejo ha quedado, en las orillas
de la nada.

Un año puede ser eterno para algunos como yo
que , sin siquiera darse cuenta, ya no están
en ninguna parte.

Así y todo los pies,
(sintetizados)
se hacen uno con la muerte
de la justicia,
o la razón
(Equivocadamente).
Puede ser…

He de reclamar el premio a lo inmediato

y que me importa…

Si de cuando en cuando, he visto la tierra girar en mi cabeza y se me hacen agua los ojos,
la boca se tiñe de desiertos coloridos y algo frustrados,
secos,
por el devenir ajeno en que la vida es una siniestra locura hermosa,
pero que no carece de perfectos círculos viciados,
asesinos,
o dorados.

Es un eterno y constante que se yo de las carencias.

¿¡¡Es acaso una obligación generosa la de obrar con palabras ricas,
en un lenguaje ajeno,
gastado,
apretado,
supeditado a tantos acuerdos finales y excelsos,
que nadie entiende!!?

He comprendido al fin la suspensión del tiempo,
pues lo he exiliado,
o él se ha ido,

Que más da…

Es tan ambiguo el dolor que se produce en los mares de la histeria.

¡¡Cuantos yacen aquí escondidos entre sus manos!!.
¡¡Cuanta creación glamorosa se viste de luto cuando se entregan a la absoluta verdad discreta!!
¡¡Cuantos han de venir!!

Cuantos han partido…

Y sin embargo las letras no mueren, cuando cae la noche junto al sol,
entumecido.

La vida se me desnuda como una mujer
en copula grandiosa con un pobre hombre.
Y así me siento:
como el voyeurista mas ameno que jamás pude ver
o envidiarme,
entre la gente…

Caminan los amantes adyacentes a mis exequias.
Nacen hijos nuevos cuando mueren otros tantos.
¡¡Cuanta verdad!!!
¡¡Cuanta historia hay en cada letra, que se me confunden con la inercia,
en tres ejes,
adheridos a un laberinto tortuoso
de la puta
(y para nada despreciable)
invención humana!!.

Cuanta dicha hay en la simple mirada campesina, del que nada teme o todo acepta.

La vida se me ha pasado, como un túnel al final de una última estación de nombre “Primavera”,
a un costado del ultimo tren de mis lamentos.
En el último asiento numerado por la incuria
o la falacia,
carbón o incienso.

Pues ya no hay mas nada que yo pueda decir.

Las letras mueren,
como muere la vida,
aunque sea aquí el ser
que espera al viento,
para que haga el trabajo sucio,
de limpiar el letargo odioso
que se funde entre mis sabanas gastadas,
de tanto arraigar,
ese manifiesto heroico
de hacerme uno
con el que dirán…

Que de trastienda me carece.

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