Lamento Séptimo: Alegoría de lo ajeno
Demasiado frió recorre las carreteras sanguíneas de lo afable.
La curiosa silueta herida del amor, se hace cómplice de mil puñales, en tu espalda.
Y yo aquí justo ahora y en este lugar.
En este, el recoveco olvidado de mi alma.
He de desnudar la alegría de no viciarte, por miedo, a comerme los dedos planos de tanto andar la mirada entre caretas.
No querrás que el soplido eterno de la divina miseria, se transforme en llanto de mil ninfas, que velaron a su abuelo, cuando este ni quiso dignarse a besarlas..o a nacer...como tú quieras.
Me he pintado en cuadros olvidados de la historia toda humana.
Fui el cabo mas odiado a los ojos de los puertos,
en que pude amarrar la nave, mas salada, de la lluvia en mis mejillas.
Supe valorar al viento, pues,
¿Que son las alas sino el sentido exacto que recorre sus planicies..o sus gestos?
Decidí que no quiero escuchar más letras
(en mi cabeza)
si es un piano el que escribe…
o las dibuja
He renunciado a la querencia de los árboles
y al amor de una hiedra...
Comeré uñas negras trabajadas en la duda...
Y al final me haré uno con el mar,
cuando las olas no me dejen
(en la orillas)
sino en el fondo de tu altar.
Que de juicio me carece…
(En honot a Idil Biret.)
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