Introducción al primer sexo.



En la soleada noche de un verano se fundía la mustia subyugada al hecho tan pudiente de lamerse la suela de las botas, esa que insistentemente se arqueaba toda, y si esto no era suficiente se embriagaba de tantas huellas de otros mundos que se le pegaban en la querencia...pero sola.

Yo me la servía desde lejos, como descubriendo un dejo tan profundo de desamor, pues entendí que hacerse uno con las huellas (ajenas) no era tarea fácil, mas bien indiferente...pero sola.

Y así y todo se dio el tiempo de asirse a la carroña de los labios que dulcemente se le acercaban en esas sucias noches donde mas parecía una alhaja antigua a los ojos de las mujeres que desde hoy declaro sinónimo de la humanidad y toda la maravilla...pero sola.

Pero si de hablar de suelas es propio, las mujeres han dejado de lamer. Ellas son en mi cabeza el reflejo necesario de ni siquiera la igualdad pues me basta verlas para sentir la cuanticidad de mi cuerpo y siento miedo, miedo de tanto poder inusitado en la elocuente realización del método dialéctico se que si la mujer es, el hombre es su ausencia...pero sola.

Como quisiera humillar mis sentidos a los ojos de la conjetura ecléctica y conjurar el mas pequeño de los agujeros (negros) para mandar todo el "status quo" a conversar con Dios y toda su indolencia...pero sola.

Mientras tanto hay quienes me han prometido un caño milenario y es en ese devenir que se me dibuja una sonrisa de oreja a oreja con una navaja, cual weichafe enceguecido, soy el peor de los distintos, pero no me importa....afuera me espera la mejor de la mujeres ¿Y saben que?...es una delicia...pero sola.

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