Cuarto Lamento: Apariencias


"Venus del espejo". Diego de Velásquez

Frederic Chopin - Nocturne No. 14 in F Sharp Minor.


Ni siquiera tú...


Ni siquiera tú tienes aliento de gato suicida,
en vestidos rosas.
Fugados de revistas malolientes,
que versan del cielo y las estrellas,
cuando sus letras se conjugan con la mierda,
en el papel arrugado,
cuando limpio el culo
de los sueños.

Me sabes a miel y a lavanda,
olvidada,...
podrida.
En tibios frascos subrepticios,
que han enjaulado la dicha,
inocente,
de la rutina.

Curioso...

La vida se me presenta tan simple,
tan liviana
y para todo bella,
cuando miro tus manos
desposadas con el barro,
negro compañero de tus días,
en que me pareces una fugaz estela desgraciada,
de un cometa corrompido por el viento,
que ni siquiera tuvo la sutileza

de arrasar.

Veo silenciosos los jardines de septiembre,
que se posan en mis ojos como dos gaviotas
novelescas.
Y el romance del cielo con la noche se me antoja llano,
discreto,
reluciente,
cual cóndor en los andes,
planea la vida sin enterarse de los viejos estandartes,
(Bípedos concientes),
que se consumen bajo tierra.

Ya nadie huele venir las silentes horas del crepúsculo,
cúspide ad libitum de la infamia,
en que escondemos la discreta enseñanza,
de posar desnudos ante el mundo.

No sé...

Se me antoja devorar el desierto
(que me tocó poblar),
para así entregárselo al velo rasgado de mis ideas,
duramente fusionadas con el cohecho de la decencia,
(de ser libre),
por sobre el que dirán.

Ya ni me importa que mis brazos se estiren,
hasta amoldar la "tuya esencia",
a mis astutas razones,
(etéreas)
cuando distraigo,
sutilmente,
a los gusanos que corroen el sentido de la vida,
encaramado en falaces caretas,
que en el armario de la memoria,
dispones a vaciar.

Y caminando vas sobre la plataforma,
obsoleta,
de tu sistema
(universal),
¡de información trascendental!.
Eres presa de la Red,
(sideral)
de tus apreciaciones,
y la de él, o de los otros.

Saliendo y entrando como un sólo prisma
(positivo),
de ser uno
(mismo),
y quizás un cero.

Y la corriente del pensamiento
no te caga la existencia,
pues
es tu momento sacro
de alimentarte
con transparencias.

Tecnología de las sobras tácitas,
(gozosas),
quimera odiosa que copula con el tiempo,
y la estólida voz que prohíbe la duda
de dar vuelta la página
como poniendo, en su justa medida,
la notable venda,
que se ha hilado
(por siempre),
en la abulia,
(esa que encontramos al borde)
de la cultura.
Vete ya, estoy cansado,
cual coloquio discreto o desgraciado.
Aléjate de mis manos letrosas
(y para todo quejumbrosas).
no permitas que ahorque tu santa
cual irrisoria
mueca de
(inocua)
tranquilidad
con mi fracaso...

que de finales me carece.

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