Llantos de Jazz
Abrir los brazos.... Hacer frente a la tormenta, sin bajar la mirada, sabiendo que esa idea, me cueste la vida. El mundo es un cúmulo de tiempos que caminando a lo lejos se devora los hilos prestos de la quieta esperanza. Lluvia de la tormenta que golpea sin piedad a los hijos de la incumbencia, esos que nos humillamos ante ti como títeres de un verano ya extinguido en las fauces consumadas. Soñar... A que el viento no me alcanza y la desdicha, amiga cual rastrera se aleja de mis noches para siempre. Pasear... De la mano con la musa que se oculta en velos de misterio. Que de reconocerla no lo hago o quizás no ha llegado. Hé de esperar que la noche nuevamente se burle de mis lágrimas y un agrado siniestro invada las sueltas caricias que no llegarán ¿Donde estas amada mía? ¿Donde te han llevado? ¿talvez a los caminos que el blues sólo puede componer para mí esta noche? De seguro en el bar te encuentras, escuchando un jazz amanecido. Conversando con aquél hombre del que te hablé hace años