:: Cuarenta y tantos dobleces .::

 Doble o nada, 

hace tiempo que dejé de leer conversaciones de otros tiempos.

Bitácoras de días que se marcharon, épocas que giraron como un delicado relámpago, ahora tienen olor a tierra, a siembra, a un pequeño y diáfano accidente que nubla los misterios y se reconstituye como un anodino arsenal de privilegios que se apresuran en dibujarme una larga sonrisa antes de ir a cerrar la puerta de mi oficina.

Y si no causan risa, no valen la pena evocarlos.

El dolor moral de un sentimiento que ya no nos pertenece, hoy debe tratar de hacerte cosquillas o al menos que alcance para que tus manos se abalancen a sostener toda la vergüenza centelleante de una mirada que necesita esconderse al menos unos segundos mientras recitamos este "pero como fui tan aweonao pa' caerme de esa manera".

Siempre aparecen medallas en la piel, mas aún cuando uno piensa que las dejó atrás. Siempre creciendo y esperando que algo nos sorprenda, como un sutil engaño estigmatizado en una esperanza.

Me vi doblando la esquina, viajando en micro, a media tarde, camino a ninguna parte en particular, a veces sobrio, a veces tieso, a veces esperando, siempre con la expectativa en el pecho de ver algo extraordinario, un pequeño momento que impacte fuerte y sea digno de sinapsearse en la retahíla de recuerdos que incluso servirán para los escritos del futuro.

Y en la visión anterior, pude involucrarme como un sujeto que se escabulle de la indiferencia, escondido en todas las cifras, ese es el lugar que me agrada: un don nadie vigilando su propia historia desde lugares articulados en decisiones sumergidas en la binaria plataforma perpendicular a la presencia del cuerpo, porque lo del cuerpo, los gemidos húmedos, las vacilaciones y volteretas de un salvaje ser humano boquiabierto que se equivoca eternamente, eso, eso siempre será parte de lo que nadie quiere recordar mas allá del daño colateral que la propia existencia produce a quien te evoca como un fantasma.

Y pues ahí, no queda mas que someterlo a lo imaginario.

Este ser humano inimaginable que se denomina un accidente, una casualidad, un secreto macabro sin sentido primario que divierte a dioses que nos abandonaron.,

Pajas de ayer y hoy que ya devoraron lo suficiente y es igual a las guirnaldas, es que nunca callan, tienden a desprenderse de vez en cuando ¿verdad Flaco?.

Los días tienen de todo: a veces se pasan de dulces, otros días son algo de sal y amargas interacciones, entre sueños y equivocaciones, un camino en donde acomodas tus ganas de volarlo todo en mil pedazos, con el tedio de los compromisos apresurados, mientras importan estos momentos que bajan de los sueños y te dejan en el verdeado dulzor de quien no se apresura a marcharse de días que parecen no terminar jamás, a veces creo que nacemos y morimos a diario, siendo días y sombras que van dejando huellas indelebles en la construcción propia de tantas decisiones que nos ponen en compromisos y descansos, en tareas y cosas de adultos que a nadie le interesan o tal ves a fin de mes, cuando nos dan un vale por el tiempo invertido …o tal ves perdido. jaja y pensar que estas reflexiones ya ni duelen.

Mi hermano se jactó de mi inocencia al indicarme que esos pensamientos te dan la señal inequívoca de que "te estay poniendo viejo".

Y pues si, tiene razón. Ubicado en un trance de mi propia historia  tengo toda la ternura de ser un creyente de que las cosas siempre serán mejor mañana. 

Eso, hasta que el dolor sea algo habitual y ya no me queden ganas de escribirte, querido blog.

Pero por ahora, siempre serás un refugio y estas palabras un pacto, otro año mas que pasamos juntos, conmovidos de tanto que hemos vivido, un extraño diario de vida que siempre me alimenta en este hermoso mes de abril.

Siempre te apuesto doble o nada y siempre sales ganando, pero esta vez me robas una sonrisa que te las cambié por cada lágrima en este temporal de hermosos desastres y fabulosas equivocaciones.

Siempre quedamos ciegos y mudos escuchando el murmullo del silencio, esta vez sin ninguna imagen, pero con cuarenta y tantos años crepitando en las hojas de cada relato que puedo recordar.



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