:: Tropiezo ::
Ella quería llover, sostener un cuerpo en el abismo, o simplemente apaciguar el bochorno de pensarlo todos los días. Imaginarlo como una ruleta rusa, una premura lenta o una pequeña casualidad. Ella esperaba, como todos los días, sentada en el mismo lugar a la misma hora, en el mismo día, los años son todos iguales, las décadas pasan y la vida se va aclarando, a veces da pena, a veces es bueno saber lo que viene, a veces dan ganas de que los días vuelvan, o también que faltan horas y el mañana sobra. Ella quería llover sobre sus recuerdos, emanciparlos de la inquisición moral, apapacharlos con la ternura de un domingo trasnochado, soplarlos al viento como un diente de león; al final eran sus recuerdos los que la sostenían en el abismo, mal que mal, la fábula de los perros quejumbrosos no es otra cosa que un simple murmullo detrás de la reja, sin muchos impuestos, coludidos con los cerdos, escarbando el cad