:: Taxi ::





Ella observaba...

Distante.

La burocracia del placer le robaba las ganas;
ahí en su niñez presurosa se perdían los últimos bostezos
de la inocencia.

Contrario a lo que ella creía, muchos súbditos tenía el imperio
de la necesidad, 
tanta gente perdía la cabeza por un par de papeles, 
otros seguían creyendo en los cuentos de hadas, 
muchos amaban el descaro de la hipocresía y la nula capacidad
de percibir el bagaje mortuorio de la vida cuando es ahora.
Tanta gente que ahogaba sus penas en la banca rota, 
tanta gente que amasaba pequeñas dinastías de la bendita posibilidad
de la vejez tranquila, la propiedad privada o el aumento del salario, de la pensión, 
de la protección, de la salud, o simplemente un tiempo para dejar de ser.

Las luces avanzaban de manera feroz, por delante de la ventana
de un taxi cualquiera. La ciudad olía a una noche repleta de cadenas y candados, a cámaras de seguridad, a semáforos sin memoria, a carcajadas y balazos clandestinos, a superhombres y maravillosas mujeres enjaulados en prisiones de oro, a pequeñas sensibilidades apostadas en el final de la contemplación de la obra de arte puesta al servicio de la medianía de la tabla, o a un simple lugar tranquilo donde se pueda descansar.

Hay tantas cifras y caretas sin sentido, hay tanto momento en nuestra memoria que quiere colgarse de un árbol y morir en paz. 

El chófer preguntaba el destino, sin tener una respuesta.

Ella indicaba con su mano hacía adelante, ¿hacia dónde mas?

Su mente había dejado de funcionar. Había quedado estupefacta ante tanta arrogancia.

Tanta trinchera amontonada, tanto grito en el desierto, tanta existencia sin sentido...

El taxímetro indicaba unos cuantos miles de años
y ella aún no sabía el paradero.

no quería saberlo.

ya no...

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