:: Testigo ::
"¿De verdad tengo pinta de tener un plan?
¿Sabes que soy?
Soy como un perro que va detrás de los coches,
no sabría que hacer si alcanzara uno.
(El Guasón)"
Era mas o menos tarde,
cuando le gustaba sumergirse en los espasmos.
Había tomado la costumbre de imaginarlo en otro lugar, en otro pieza,
en otra piel.
La flor húmeda de tantas caricias, gustaba de alborotarse con la rabia
de no saberlo suyo,
por aquella noche...
Se lo imaginaba seducido,
entregado,
siguiendo las pistas de un hecho
profetizado desde que nos lanzan al vacío de la existencia.
Ella lo sabía, pero gustaba de negarse a creerlo;
Al final
un polvo es un polvo,
es cosa de cerrar los ojos y perderse,
solo sólo,
el otro siempre había y ha sido un instrumento...
Pero era su Instrumento,
y de nadie más.
Y mientras la flor se prestaba para sus fantasías, lo hubiera dado todo para estar presente aquella noche.
Vaciar todo ese voyeur, que la ha estado consolando durante un tiempo.
Se lo imaginaba acuoso de tanto sudor, perdido en el perfume gutural del instinto y las palabras,
poseído por la fuerza ostensible de la lozana provocación nocturna.
El la penetraba en su mente, ella jadeaba y se entregaba, era su dueña, se inclinaba de placer
hasta someterlo, hasta saciarlo y vaciarse en ella, enfrentando el miedo y la propia lejanía de la moral
sometida al fracaso.
Hágase tu voluntad en mi cuerpo, así como nosotros cogemos a los que nos seducen.
Y esa era la velocidad necesaria para que la flor germine la travesía del orgasmo.
Espasmos en medio de la soledad, convulsiones que florecen de pura nostalgia,
el horror de amarse hasta saciarse de toda la desfachatez,
la mano mojada, tan jugosamente húmeda,
el rojo amanecer de una muñeca rota
de tanto gemir
en silencio.
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