12.17.2014

:: Coreografía del recuerdo. ::

Y

¿Si volteamos lentamente?



Nadie nos está mirando,

la mesera caga 'e risa, un borrachín aplaude al compás.

hay un escalofríos montado en mi espalda

mientras mis pasos de tronco viejo no le hacen homenaje
a la soltura de tus anhelos.

Que las monedas sirvan de algo alguna vez !!!




Mientras esa noche sigue abierta,

esperando...

12.10.2014

:: Testigo ::




"¿De verdad tengo pinta de tener un plan? 

¿Sabes que soy? 

Soy como un perro que va detrás de los coches, 

no sabría que hacer si alcanzara uno.

                                                                       (El Guasón)"



Era mas o menos tarde, 
cuando le gustaba sumergirse en los espasmos.

Había tomado la costumbre de imaginarlo en otro lugar, en otro pieza, 
en otra piel.

La flor húmeda de tantas caricias, gustaba de alborotarse con la rabia
de no saberlo suyo, 
por aquella noche...

Se lo imaginaba seducido, 
entregado, 
siguiendo las pistas de un hecho 
profetizado desde que nos lanzan al vacío de la existencia.

Ella lo sabía, pero gustaba de negarse a creerlo;
Al final 
un polvo es un polvo, 
es cosa de cerrar los ojos y perderse,
solo sólo,
el otro siempre había y ha sido un instrumento...

Pero era su Instrumento, 
y de nadie más.

Y mientras la flor se prestaba para sus fantasías, lo hubiera dado todo para estar presente aquella noche.

Vaciar todo ese voyeur, que la ha estado consolando durante un tiempo.

Se lo imaginaba acuoso de tanto sudor, perdido en el perfume gutural del instinto y las palabras, 
poseído por la fuerza ostensible de la lozana provocación nocturna.

El la penetraba en su mente, ella jadeaba y se entregaba, era su dueña, se inclinaba de placer 
hasta someterlo, hasta saciarlo y vaciarse en ella, enfrentando el miedo y la propia lejanía de la moral 
sometida al fracaso.

Hágase tu voluntad en mi cuerpo, así como nosotros cogemos a los que nos seducen.

Y esa era la velocidad necesaria para que la flor germine la travesía del orgasmo. 

Espasmos en medio de la soledad, convulsiones que florecen de pura nostalgia, 
el horror de amarse hasta saciarse de toda la desfachatez, 
la mano mojada, tan jugosamente húmeda, 
el rojo amanecer de una muñeca rota
de tanto gemir 

en silencio.







12.02.2014

:: Cienpiés ::





Ella suponía un abrazo.
mientras el roncaba.

Su mirada se perdía en el techo, 
como una postal de la eternidad.

No sabía ni cómo 
(ni cuando)
hubo un espacio en común.

Distante se dibujaba la paz que obtuvo hace un par de años, viviendo el tedio
de una relación dormida.

Al final, es todo tan humano.

Bastaba un simple gesto para volver a creer en algo, 
y lanzarse al vacío de lo tan novedosamente desconocido.

Se preguntaba que hacía ahí acostada, 
en silencio, 
para no despertar a nadie,
ni mucho menos a si misma.

Reflexionaba sobre la expectativa de lo consumado, 
la seducción notable que por siglos ha perpetuado 
nuestra especie;
esa búsqueda inagotable del encaje perfecto, 
la vacilación de la duda, rompiendo las ramas
de un árbol marchito, 
para elevar al cielo 
la hoguera de la pasión.

Aún sentía sus besos almidonados con el vino, 
degustaba su cuerpo enorme penetrándolo todo, 
emancipaba toda moral de su cabeza. 

Escuchaba con atención el ladrido de los perros, 
el zumbido en la oreja, 
la vida dando vueltas en su cabeza, 
mientras se coludía todo para dejar atrás toda esperanza.

Era todo tan desconocido, 
pero tan familiar.

Sentía ese cariño sudado de los cuerpos,
que se aman en un par de minutos.
Ese hedor a final anticipado, sin mirar la fecha de vencimiento.


Trataba de acurrucarse 
en ese nuevo cuerpo 
que descubría en cámara lenta. 

La posesión efímera de la inocencia, la expectativa tan dulce 
que concluye de una manera tan fría e indiferente.

La noche avanza indolente,  
mientras se preguntaba si lo quería, 
si necesitaba desbaratarse de toda la ansiedad.

Sabía que tenía la facultad de posterizar todo momento, 
claro, 
si recordaba cada uno de los cuerpos en los que naufragó

El tema, 
ahora, 
era otro. 

Enamorarse de una mirada, 
no es lo mismo que de una pluma.

Los momentos previos seguían susurrándole. 

Es todo tan erótico cuando nos envuelve la seducción.

Es todo tan delicioso cuando nos agasajamos en las penumbras.

La vista se pierde entre lo solapado de las miradas y el pulso febril de la caricias locas,
las manos que descubren un nuevo territorio, la humedad de los pensamientos, el nuevo aroma y la verdad de los jadeos.

La atracción como sinónimo de la delicada fatalidad.

La voluptuosidad de las ganas de perderse en la fragilidad
de lo combustible. 

.-Esto de ser material inflamable;a veces, es lo único que vale la pena

Se repetía, mientras pensaba en el mañana.

el mañana...

El amanecer tardaba mucho en llegar, 

y que bueno.

Miró por última vez el techo, mientras sus ojos, poco a poco, se rendían al adhesivo del vino y otras hierbas.

A veces, simplemente basta con acurrucarse, obviando el estruendo de los ecos, buscando el brazo protector de su amado que por una noche, 
era sólo suyo.

El roncaba. Ella lo amaba,

Por una noche, tal vez...

:: El Rio invisible ::

Es hacia el ocaso, hacia esa curiosa, hacia esa curiosa,  hacia esa curiosa dirección por dónde nos inclinábamos cuando éramos chicos. En el...