:: Momentito ::
Huyen en el viento las hojas secas,
estupefactas en la
sala de un hospital
cansado,
ingobernable,
inalterable.
En esta sala de
espera,
el eco de la nada
y un olor seco,
(indiferente),
se apoderan de la
memoria,
que poco a poco se
va ocultando
en la oscuridad de
las tinieblas
pálidas.
Las imágenes poco a
poco
se van marchitando.
Caigo sin remedio,
en la cuenta del
doloroso proceso
de la emancipación
irresoluta,
de la potestad de
la controversia,
de la maravillosa
renuncia.
Cansados ya mis
huesos
no dan a vastos con
este cuerpo vacío,
con este polen
amargo que se mastica en silencio,
anegando las vías
transitorias, que tenían por destino
el adulterio de las
vueltas sin retorno,
(sin importancia
señera),
desterrando al
sentido de las ilusiones fantasmales,
tiernas e
irrepetibles.
Abrimos la puerta a
diario,
tratando de coaccionar
los malos momentos,
esgrimiendo un par
de palabras como compañeras.
Al fin y al cabo,
lo único que nos queda es este regalo siniestro
de las palabras.
Tantas vidas que se
deshojan en este otoño flácido y marrón.
Tantos lazos que se
desatan producto de la irresponsable
senectud, de la
sosegada meditación errónea.
Tantas palabras que
fueron rechazadas por el invierno
que estaba por
venir...
Hace frío,
aquí,
en esta cuenta que
lentamente
se va saldando.
Ya no hay epígrafes
que me conmuevan,
ya no hay epítetos
para lanzar al
vacío,
ya no quedan
huellas que oler,
tan sólo muchas
cuentas que saldar.
Tiernamente,
el estrabismo de
las decisiones
nos aprieta el
cuello, nos aterra en completa soledad.
Los días sólo son
un lienzo,
para satisfacer
esta irresoluta conjunción de colores y formas,
que nos sobrepasan.
Maldigo toda esa
ansiedad detestable !!!!
Toda esta
expropiación del miedo !!!
a cambio de las
mentirillas con las que lavo mi rostro.
ahhhh rendirse
hasta que duela,
volver al eje
central,
de esta inocua
realidad.
Dejar inconclusas
las cerraduras,
para mirar de reojo
hacia lo más recóndito del paisaje,
verter el alma
(en un silloncito)
en lo alto de la
población.
finalizar el polvo
con ademán secreto,
olerse las axilas y
la entrepierna,
para que todos
sepan,
que hay lugares por
los cuales me colgarían de cabeza.
Está bien, es así
de siempre.
Solo tengo las
palabras para defenderme de las espinas,
de este viejo
hospital de almas alicaídas.
Algunos dicen que
es redondo.
A mí me gusta reír
de vez en cuando.
Comentarios
Publicar un comentario