:: El Último Artista de Mi País ::


Este Escrito nace por la invitación a participar en el VIII Festival Victor Jara de Todas las Artes, a pedido de mi querido amigo y compañero de letras Javier Díaz. Según mis costumbres, no me gusta hacer prólogos a los trabajos realizados, pero creo que en esta oportunidad es necesario. Víctor Jara es un referente de aquellos que aún creemos en que algún día toda esta cazuela mal habida será desechada para sembrar la tierra con nuevas simientes que darán paso a una construcción de  una nueva sociedad, entre todos y para todos.

Sé que esto suena tan lindo que, al releerlo, ni yo me lo creo. 

Pero, al escuchar a Víctor Jara, es imposible perder la esperanza, es imposible no entender lo que hay que hacer; y, por supuesto, es imposible no darse cuenta qué es lo que falta.

Hacen tanta falta artistas con esta vocación. 

Hacen tanta falta artistas que se hagan uno con los barrios, con las poblaciones, que canten su verdad cotidiana.

Hacen tanta falta poetas que canten las miserias de nuestros pueblos.

Hacen tanta falta los Bardos para que recorran todas las redes binarias, para rasgar vestiduras ante un sistema tan aberrante como en el que vivimos. 

Hacen tanta falta la poesía en estos tiempos de angustia...


Espero, ante todo, presentar mis respecto por mi último gran referente del arte...para ti, hermano Víctor.




El Último Artista de Mi País



Te recuerdo Víctor
con esa tierna sonrisa de hombre alegre,
con tu guitarra levantada como una bandera.

Te recuerdo Víctor pues como dijeron tus hijos:
La gran justicia siempre será del pueblo.

Te recuerdo Víctor,
Porque,
a pesar de que la tiranía de las botas y el imperio asesino
quisieron acallar tu voz,
no hicieron más que inmortalizarte,
como el surco del agua que corre libre hacia el mar.

Te recuerdo Víctor,
porque todavía existen esas casitas de barrio alto
con rejas gigantes, alarmas, joyas,
cuentas corrientes que albergan ceros exponenciales,
muchas entradas con antejardín
en donde se estacionar los autitos nuevecitos de paquete
y cero kilómetro;
Donde todavía los niños rubiecitos,
(con otros rubiecitos)
van juntitos al colegio jai.

Te recuerdo Víctor porque aún,
en el barrio sur de mi ciudad,
hay gente que se levanta y mira la montaña,
como queriendo liberarse
de aquellos que nos dominan,
en la miseria.

Te siento,

Víctor,

con tanta vigencia...

En esta nueva edad de las tinieblas,
donde nos hemos olvidado
de la importancia de la olla común,
o de reunirnos en la hoguera inagotable
de nuestros ideales,
esos anhelos de justicia e igualdad
que parece que se quedasen guardados
en un viejo baúl de los recuerdos,
como si olieran a cuento viejo,
a mentira barata...

En esta economía neoliberal
que nos envía a pastar dispersos
en los tiernos pastos del marketing farsante,
como simples ovejas que engordamos
al frente de nuestros espejos individuales.

¡¡¡ ¿Qué aprendimos de los 1000 días más lindos que se hayan vivido en este país?!!!

Víctor Jara, el último gran referente del compromiso del arte con el pueblo,
tus letras se graban a sangre en el tuétano de la conciencia.

Tus palabras son como bofetadas a la inerte pasividad de nuestro plano accionar,
dominado por esta época de indolentes cifras,
de miradas de hielo,
de lamentos de plástico...

Víctor Jara, Tú que evangelizaste:
¡¡¡ Hágase la voluntad del arte junto al pueblo!!!
Ojalá que este mensaje se lo llevaran las nubes
para que las inspiraciones de tantos que cometen la prudencia
(de la insólita búsqueda de la fría belleza por el simple afán),
se enrielaran en el ancho camino
hacia el corazón de la tierra,
donde la palabra germinaría
para reventar el silencio de la nula incumbencia
y la mediocre voluntad.

Víctor,
Tú, que en tus últimos momentos
te refugiaste en la más inocente
de todas las ocupaciones…


Tú, que nos dejaste el sagrado viento
del pueblo,
ese compañero que también me aventa la garganta
porque de ti aprendí,
que no hay que escribir por escribir,
ni por tener buena rima,
Se escribe porque la palabra
es más necesaria que nunca,
en esta etapa gris de la historia de nuestros pueblos.

Porque la Palabra es la esperanza primera.

Porque creo, a paso firme, en que lo hay que decir
hay que decirlo a grito pela'o
y bien para'o,
porque canto que ha sido valiente
siempre será brillante remolino
que borre toda esta absurda indiferencia
con la cual miramos inertes
el triunfo de los mismos de siempre:
Los patrones de la miseria


Víctor,
la estrella de la esperanza
que nos legaste
continuará siendo nuestra
a pesar
de todos los pesares en el alma
que nos acompañan día tras día.


Villa Alemana, 16 de Noviembre de 2010

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