:: Mesa Familiar ::




(1)



Amanece la mesa,
(afirmada),
en el piso viejo de esta presurosa pasividad,
que acontece como la indeleble mancha,
desparramada por la ciudad,
que da cuenta de un batallón vencido,
inerte
y sin razones.



(2)



Si,


Son códigos colgados en el borde de la mesa,
que son digeridos por la hormigas veraniegas,
que son acomodados por el vértigo
de las lecturas incomprensibles,
y a la vez son maltratados,
por la diestra facilidad,
con la que se rompe una realidad,
que no concluye
y desaparece.



(3)



La mesa no sabe de razones.

No conoce las lastimeras predicaciones
del fundamento innecesario,
no confiere pecados,
ni acalla sus penas.


La mesa solo observa.


Se estremece con golpes de puño
que caen derrotados,
en su cuerpo de madera.

Se moja con lágrimas ajenas,
se calienta con un hervidor.

Sufre los embates de las cenizas
y de los borrachos que la desesperan
o la hacen reír.


La mesa se desordena.

Se pierde.

A veces se limpia.
Otras, se vuelve a limpiar.

La mesa espera.

Extraña el sabor del bisté a lo pobre,
de la coca-cola dominguera,
de la exquisita pelea por raspar el sartén,
de la tele prendía, porque tenía que estar prendía.
de las sobremesa que hablaban contra pinocho y todo el aparataje del terror,
o de cómo sería volver a la democracia.

La democracia…

¿¿¿y de qué sirvió la democracia,
si los que alguna vez se reunieron en torno a la mesa,
desaparecieron,
en cuerpo y convicciones???.

La familia se olvidó de la familia.


La mesa aún no para de olvidar...



(4)



Silencio

La vida se tambalea,
en el vaivén de movimientos presurosos,
cuadrúpedos
e innecesarios.

La mesa se destierra de las propias
esperanzas.

Cojea.

Siente el peso del camino recorrido.

Lloran las letras por ella.

Rasgan vestiduras los manteles
desteñidos.

Los vasos quebrados se han reunido
en la ronda de los caídos.

La sociedad converge en la última vocal.

Un certero crujir de la madera,
divide la historia familiar,
que se cae a pedazos.



(5)



La mesa se queda quieta.


Con mucha calma se esconde.


Sigue esperando,
(tranquilamente)
pasar de un día a otro,
imaginando los siglos que la olvidarán
como se olvidaron ellos
de todo lo que fueron,
para transformarse en una postal gris.

Donde la mesa ya no les concierne.

Comentarios

  1. me acordé cuando me decían que tenía que esconderme debajo de la mesa cuando temblaba
    de las cosas que dejaba arriba de la mesa y al otro día no estaban...
    me acordé de las mesas redondas de las conspiraciones, de las mesas donde bailan las locas, de las mesas para uno de los miércoles en la tarde...

    cuidese

    yo
    n.

    ResponderBorrar

Publicar un comentario

Entradas más populares de este blog

Paganini (diabolus in musica) Adagio flebile con sentimento

:: Nocturno ::

La autopoiesis de Maturana (y Varela): ¿Seres sociales o seres individuales?