:: Mesa Familiar ::
(1) Amanece la mesa, (afirmada), en el piso viejo de esta presurosa pasividad, que acontece como la indeleble mancha, desparramada por la ciudad, que da cuenta de un batallón vencido, inerte y sin razones. (2) Si, Son códigos colgados en el borde de la mesa, que son digeridos por la hormigas veraniegas, que son acomodados por el vértigo de las lecturas incomprensibles, y a la vez son maltratados, por la diestra facilidad, con la que se rompe una realidad, que no concluye y desaparece. (3) La mesa no sabe de razones. No conoce las lastimeras predicaciones del fundamento innecesario, no confiere pecados, ni acalla sus penas. La mesa solo observa. Se estremece con golpes de puño que caen derrotados, en su cuerpo de madera. Se moja con lágrimas ajenas, se calienta con un hervidor. Sufre los embates de las cenizas y de los borrachos que la desesperan o la hacen reír. La mesa se desordena. Se pierde. A veces se limpia. Otras, se vuelve a limpiar. La mesa espera. Extraña el sabor del bisté a