6.29.2008

::: Cuarto Silencio: Hágase el Silencio :::

Lobo del ártico - Canadá.


Suficiente tengo ya,
con el zumbido leve que rebota

una,

y otra,

vez,

por el vidrio de una ventana que da al invierno
seco,
rotundo,
inolvidable,
cuando han pasado tan solo mil días
después,
de nacer....

Suficiente agua han regado las mejillas
Marchitas,
que sin duda se han esfumado
tibiamente,
cuando el calor sofocante de la existencia,
hierve a pedazos negros,
fruto de cientos de espaldas
muertas,
que, colocadas en el lugar
exacto,
dibujan una montaña insoportable
cuando emergen fecundas
de sudor,
silencio,
y un par de insípidos
momentos,
que dan un correcto tributo
al pan
de cada día,
o la memoria.


Las palabras son tan ingratas,
que se desgranan
(sigilosamente)
para enviudar de mi mismo,
caer limpiamente al suelo,
o al menos hacer caso omiso
de que la vivencia es como una flor
(de amanecida)
dejando ver, tan solo unos segundos,
el fruto intenso
del desastre...

Y así se han colgado los zapatos….

Se han tirado en una huelga
(prudente)
para protegerme

Se han esmerado en protegerme…

En dejar cerrado el candado
de mi cuerpo entero.
No han olvidado que se hace humo el camino
y un jardín de sueño puede renacer
(en seguida)
cuando yo ya no sería,
sino un amuleto,
de otros dioses,
para luego mantenerme a raya, entre la injusta mirada
de las ovejas,
que jugarían al gato y al sucio amor,
conmigo,
o quizás si mi.


Siento que los pasillos,
de la historia,
se han hostilizado
hasta verse blancos,
o casi transparente,
que han de sobrepasar toda la droga eléctrica
que siempre supe,
dormiría sentada,
junto o casi,
conmigo,
para así fornicar con la incuria,
y obcecar a los adictos al fuego,
que soplan en mi cabeza,
como razonamientos exactos,

algo así como latigazos,

al contraste del perdón,

o del lamento.

Las preguntas ya se van,
pues son perfectas,
no han dibujado círculos cuadrados,
en la quimera,
por si acaso.

Glorioso discursos renacerán furiosos entre la niebla.

Volverán a comulgar los amantes rotos de tanto placer,
entre las sábanas hambrientas de la histeria...

Dirán que soy un flagelo,

un payaso,

O una cifra.

No es así...

Tan sólo soy una que otra oveja interna,
queriendo rugir fuerte
para no desfallecer...

Cuando los fantasmas aparecen...

6.24.2008

::: Fotografía Poética :::

ARAUCARIAS DE CONGUILLIO - Karina Severín.



Horizonte que domina las penumbras,

naces disperso tras el paso de la historia.

Haz dibujado al miedo

(de hojas sagradas),

que se profesan,

se someten,

se hortalizan…

hacia el prístino calor,

del negro invierno asesinado.

Horizonte que creces erguido,

múltiplo de cientos de homenajes,

que han de nacer

(prestos)

al lenguaje,

que profesa amor copioso

y meditabundo,

fruto de la sombra,

olvidada con sigilo,

en las promesas.

Hay un silencio de tajo abierto,

que se esconde en un segundo.

Hay un olor a nieve que hace temblar,

el ofuscado camino de regreso,

hacia los cuentos de la infancia

Ya no bastan los aullidos

(despiadados)

de hombres y mujeres,

que callan al desastre,

en todas sus facetas…

Ya no basta la indolencia

para contener al mundo,

que como viene,

la recibe,

(pues claro)

en sus bolsillos,

para devorarla oculta,

entre los cristales,

(propios),

del exilio.

Ay Horizonte…

He de tomar tu mano

para guiarte ante mis ojos.

He de cavilar intenso,

por el rastro de la montaña.

He de dirigir mis lamentos

y preguntar por Arauco:

¿Qué fue de aquel regalo

(incorregible)

de cara a las alturas,

que origina tanta pasión ajena,

tanto orgullo de día viernes,

tanta celebración amena

que han de mojar los pies

(de barro)

para luego derretirlos

dibujando derrumbes propios

al son de los espejos?.

Quisiera escaparme del tiempo,

y envolverme de ti,

(de tu silueta),

para renunciar a la vida

etérea,

dolida,

y mal parida.

Para arrugar nuevamente mis ojos

-. que caen .-

en reverencia al céfiro tormentoso ,

de blancas nubes que te recorren

te besan,

o te engañan...

Horizonte atardecido

Vete ya

A paso lento

He dejado un rastro en mis mejillas

Quisiera verte

Otra vez…

Quizás…

Donde la razón ya note teme…

Ni le Concierne…



Desdoble - Karina Severin.



Cortina


Tres en punto,

o quizás las ocho,


al eje regido por el cero

inicial,

o incorregible…


Sombras


Dualidad perpetua,

lozana,

inaccesible.


Invitación oculta

al paraíso,

en los espejos…


Soledad de risa furiosa,

que emerge descifrada

en dos caretas.


No hay que saber caer

para volver a levantarse,

o quizás lamer el suelo

con un par de lenguas,

que se comen las mejillas.


Afuera ya no quedan distracciones

que puedan añadir un punto


una coma,


o quizás un par de glosolalias

insurrectas,

o imprudentes.


Siempre hay un@,

que pretende cuidarnos del mundo

y siempre hay un@ enamorada

del mundo

que de tanto temor pone cuchillos en los ojos

para defiarte

-. Desafiarnos .-

y así socavar el lamento glorioso

de hacer de la vida

un perfecto desastre

donde aún no se hacen arco iris

de colores grises…


Hagamos como la cortina:


Hagamos como la muerte:


Esperemos que el retrato caiga

y desaparezca.


Pongamos nuestra fe al tocador

en blanco y negro.


Y quizás sea el rastro de canos detrimentos

quien nos cierra los ojos

-. por fin .-

para obsequiarnos una discreta

mirada, al maleficio,

que harán de las sombras,

una idea innecesaria,

inconclusa,

y algo falaz,

pues sin duda en el ocaso,

hoy y siempre,

“somos menos mal que dos”.





Gato en la Ventana - Karina Severin.




Desperté inquieto entre los barrotes…


Desperté como se despierta el cuerpo


Así…


De golpe:


Quise descifrar el místico aforismo trasnochado,

que un relator de discursos miserables,

había enunciado en su axioma,

(Pleno)

de desastres.


Quise estirar el cuerpo,

-. como de costumbre .-

Para que tuvieran sentido las mediciones,

algo puntuales,

de una cama distribuida entre las plazas

y las medias,

que han de saciar el placer

de mis doscientos,

Mas unos pocos,

Par de huesos.


Soy sincer@


Es curioso,


es casual…


Cuando por fin pude contener el aliento,

Y descifrar la inigualable diversidad

de aquellos pasos,

que sin duda alguna me protegía, de conocer,

el suelo eterno de las patrañas…


Desperté


Así,


De golpe:


¡¡ Lo juro !!


¡¡ Desperté !!


Pude adquirir aliento vital,

que supondría un holgado

levitar,

al son de mi cabeza,

algo obsesa de tantas palabras,

de tanto liquido dolido,

que erosiona la memoria.

Pude conciliar el frío de la noche,

que hacia el amor conmigo,

al mediodía.


Intente albergar una exequias por aquellos

veteran@s,

que iluminaron honestamente mi pieza,

colocando al frente de mis ojos,

una ventana.


pero…


jamás me imaginé,


que un gato,


(en verdad)


es un gato.


Y que el suave trinar de los pájaros,

es un asunto tan subjetivo,

al concierto de los sentidos…


Que de risas me carece…





La Lenga de hitchcock - Karina Severin.



Disfraz


Esencia alborotada por el devenir inerte,

de un tarde,

en cimientos perplejos,

que murmuran ciertos regocijos,

de ovejas rezagadas,

que han de comerse su silencio,

como si faltase un relámpago,

Una sierpe,

Una excusa,

para enterrarse al sur del cielo,

Respirando las huellas

que

con el polvo

convierten la infrahistoria,

en cánticos de piedra,

cánticos que han olvidado

que se nace,

para gritar fuerte

la meditación

entre las hojas...


Esta es la historia de un árbol:


Un árbol que llora a sus hermanos difuntos,

que lo protegen,

y de paso convierten la transformación

en paradoja,

cruel destino.


Esta es la historia de una existencia cerrada

ante los ojos,

que contiene la respiración,

para poder al fin saciarse de amalgamas,

resucitadas con sentido

profundo

hacia lo penosamente eterno,

invitando a olvidar la leve medida,

del ser entre la duda,

o entre una cerca.


¿Qué es la reflexión sino un regalo incontenible,

que perduró,

a pesar del tiempo,

cual procesos infinitos

o conexiones,

algo eléctricas,

transfiguradas

en el lenguaje de cuerpos existentes,

o tal vez innecesarios?


¿Para que la muerte,

si la vida es un liviano argumento

para devorar al viento,

que rodean la postal gloriosa,

de uno que supo crecer

estoico,

a pesar de tener ante sus pies la nada

el polvo

la inocencia,

o las miles de gotas que hace de las nubes,

-. y el sol .-

un montículo adecuado,

al torrente inevitable,

de ciertas coherencias?


Contemplación.


Desastre de la vivencia toda.


Y tú ahí,


incólume,


me miras,


en conceptos de gotas arbóreas.


Dejas que pase con mi dolor,

para seguir siendo una imagen honesta,

“Una dimensión muy particular de la existencia”(*)


(*)(Frase de Pia Cordero en alusión a la fotografía)

6.16.2008

::: Valparaíso en cinco fotos ::::


Fotografías de Karina Severín.


En Valparaíso hay cerros que hacen fila,

para dibujar espacios multicolores.

Avenidas que escapan hacia el cielo,

para pronunciar el nombre

(exacto),

de la vida,

o de su pueblo.

Una sonrisa misteriosa

inunda cada puerta abierta,

como queriendo esconder

tantas historias,

que se ciernen por ahí

un poco ausentes.

Y entre los edificios roñosos,

(o algo dispares),

los pasos desaparecen,

dejando la mirada presta,

en el ayer…

Y así,

Los ojos se empujan,

(hacia delante),

para que la memoria se encargue

de traernos a los cerros,

una,

y otra,

y otra vez…

Cuando los motivos desaparecen…





En Valparaíso se contiene el alma,

que se encuentra rodeada,

de tantas espinas,

que ni la brisa marina

puede traspasar,

el paso inconsecuente

de algunos años,

cuando el mar se hace

más profundo que de costumbre.

Es mejor dormir,

en las alturas de los cerros,

dejando que la vejez del puerto

se ilumine al mediodía.

Es mejor dormir,

p l á c i d a m e n t e,

dejando que sean los alambres,

testigos omnipresentes,

de un progreso,

que no volará muy deprisa, cual gaviota,

para posarse entre la gente.

(O entre los gatos.)





Una esquina presuntuosa

arrimó su pollera amarilla,

hacia mis manos,

que se perdieron.,

descaradas,

cuando los barrotes de su historia

desaparecieron

en cada suspiro

que juntos guiaron

el horizonte acaecido

de la pasión.

El cruce de los caminos

se hizo un cómplice en la niebla,

que descifró,

entre tanta algarabía,

una lágrima en silencio,

provocando la ira de las gaviotas,

que han obligado al segundo piso,

expulsar a su amante pobre,

que sin dudar salió volando,

dejando olvidada

una bicicleta

en el ayer.

La esquina suelta una marejada

de caricias

(blancas),

que se ocultan enamoradas

en la ventisca,

y sonríe…

pues sabe,

que un hijo del puerto

nacerá colgado,

(con vista al mar),

cuando los barrotes negros,

(de su espalda),

se hagan uno,

al amanecer…






En Valparaíso hay un pueblo que esconde su obediencia,

(en bultos negros),

que se dejan anochecidos,

en la puerta trasera,

de una escala,

que muy pocas veces,

se detuvo a catar las estrellas,

(del cielo),

en un porqué.

Hay quienes se guarecen,

(en gritos despiadados),

de ingenuidad llovida.

reclamando fuerte y claro,

al torrente de las olas,

que corrompe la belleza,

de un verso en ancla,

que siempre vivo,

dirige su mirada al puerto

que lejano, ya le olvida…

Hágase la luz,

(detrás del sol),

otro día nace,

otro día siempre,

con olor a sal,

con olor a muerte,

de aquellos que,

como un perro blanco,

buscan fiel refugio,

en los amos tristes,

de la historia.

Que de conciencia me carecen.







Ventana sagrada que escondes,

(en tus entrañas)

el bolero que sufre,

junto al amanecer de l@s porteñ@s,

es@s que cuelgan su vida,

oteando la tempestad

del tiempo,

y su inocencia.

Y en cada mirada,

de reojo,

que dedican

por tus cristales,

al compañero eterno,

que saluda con el velo abierto

de sus olas,

se traza un canto nuevo,

que disfraza cuanta lágrima cobija,

la razón,

o el sentimiento.

Ventana que te desnudas,

honesta,

cercana,

y sin amores.

Que caes de los cerros,

como depósito de estrellas,

por el cielo fresco,

en el nacimiento glorioso,

de una tarde de vientos,

en primavera…

Ventana que dibujas el horizonte,

descuidado, de la vida.

Que en cada prenda destilas,

la vivencia diaria,

de pescadores y panaderos,

feriantes y Organilleros,

motemeis,

vendedor de escobas,

suplementeros,

o maniceros.

Ventana que pareces puerta

(abierta),

al ocaso del puerto,

cuando los tambores,

del día a día callan,

y tú te cierras,

dibujando vidas misteriosas,

dando paso a la noche,

o a un nuevo renacer…


Fotografías de Karina Severín.




:: El Rio invisible ::

Es hacia el ocaso, hacia esa curiosa, hacia esa curiosa,  hacia esa curiosa dirección por dónde nos inclinábamos cuando éramos chicos. En el...