Fines de Abril de 2008
Los momentos llegan como nubes dispersas después de una tormenta. El silencio castigado por la incuria se ha bebido todo rastro de inocencia que se deposita tiernamente en un vaso de violín o de aquel piano que hiere con miseria el morado ensombrecido de un ayer intencionado.
Caen los gritos a pedazos de aquellos nimios vórtices que han de venir como engañados a fundar los nexos insondables de una historia nublada y sin igual para nada.
Cuadros grises de un pasado extraño, de tantas palabras regaladas como anclas que hacen de la tierra ese estéril cuerpo ausente, que vacilando en los surcos de la aurora, han caídos gotas rojas de sangre en la memoria, para que al final tan sólo queden ruinas
cadenciosas que hacen del viento una mirada, y del sol un agujero, blanco en cada caricia que se ha dejado guardada en todas partes.
Para cuando se hace la pregunta, uno se da cuenta que son pequeñas filfas, o quizás simplemente engaños asesinos que han de violar la parodia siempre viva de un amor ya consumado.
¿Para que el amor si la vara del tormento es un concepto audaz que ha de medir siempre los caminos polvorientos que jamás se olvidarán?
¿Para qué las dudas o las confianzas, si quizás lo que se quiere es nacer ciegos a tanto descontento a diario, fruto obediente del ocaso en las galeras?
Se vive para ser vivido,
Se hace, para ser un pañuelo asido por los anhelos muertos de completa paridad, como aquel conejo negro que en su espejo macabro se viste de blanco, para así buscar otros tan negros, pero tan blancos como aquel subterfugio alado que come de la mano en el pan de cada día.
Caminar sobre espinas
yacer en un sofá
distraer el miedo que socava la ignorancia
y sentir, de verdad sentir, como la lluvia remoja las pupilas para dibujar un viento helado en cada mirada nueva que conmueve la imprudencia, y deja claro que para volar hay que saberse alado, para llorar hay que comerse vivo, y para vivir hay que saberse muerto.
Las letras caen dedicadas a todas partes, a todos ellos que consumirán el filo de la memoria, y se harán un cuento lejano patente en todas partes.
¿Que es la elección sino sólo una ilusión cósmica que cruza ciertas líneas convexas para darles el placer de cuestionar el sin sentido amargo, dejando una estela vieja en sobras guturales o meditabundas, para dejar en claro que el horror de separarse es mas hermoso que el aroma fresco de una mañana llena de dudas y desastres?
El invierno otorga cierta melancolía a momentos colgados en las paredes.
Se condena al espacio que ocupan la voracidad de un extenso verano por miedo a que la niebla no proceda nunca más a limpiar el rostro que se ha llenado de polvo de ciertas estrellas hundidas en la penumbra.
El ritual sigue y sigue y nos acabamos de saciar con tanto desconsuelo, que han de abrirse las venas para dibujar gusanos negros en la oratoria de un pacto que ha de caerse muerto para cuando sea tan sólo un fiel recuerdo.
De tanto vicios se ha mancillado la algarabía que ha dejado seres asesinados que han de borrarse a diario para no dar la talla de un plato roto que contuvo cientos de rodajas enjauladas en la hojarasca ardiente de ilusiones quemadas por el frío de tanto buscar en el lamento de otras almas difuminadas.
Y así, para cuando sea una conciencia nueva el recuerdo de saberse recocidos, se hará la tarde, la anhelada tarde...de los póstumos....
Caen los gritos a pedazos de aquellos nimios vórtices que han de venir como engañados a fundar los nexos insondables de una historia nublada y sin igual para nada.
Cuadros grises de un pasado extraño, de tantas palabras regaladas como anclas que hacen de la tierra ese estéril cuerpo ausente, que vacilando en los surcos de la aurora, han caídos gotas rojas de sangre en la memoria, para que al final tan sólo queden ruinas
cadenciosas que hacen del viento una mirada, y del sol un agujero, blanco en cada caricia que se ha dejado guardada en todas partes.
Para cuando se hace la pregunta, uno se da cuenta que son pequeñas filfas, o quizás simplemente engaños asesinos que han de violar la parodia siempre viva de un amor ya consumado.
¿Para que el amor si la vara del tormento es un concepto audaz que ha de medir siempre los caminos polvorientos que jamás se olvidarán?
¿Para qué las dudas o las confianzas, si quizás lo que se quiere es nacer ciegos a tanto descontento a diario, fruto obediente del ocaso en las galeras?
Se vive para ser vivido,
Se hace, para ser un pañuelo asido por los anhelos muertos de completa paridad, como aquel conejo negro que en su espejo macabro se viste de blanco, para así buscar otros tan negros, pero tan blancos como aquel subterfugio alado que come de la mano en el pan de cada día.
Caminar sobre espinas
yacer en un sofá
distraer el miedo que socava la ignorancia
y sentir, de verdad sentir, como la lluvia remoja las pupilas para dibujar un viento helado en cada mirada nueva que conmueve la imprudencia, y deja claro que para volar hay que saberse alado, para llorar hay que comerse vivo, y para vivir hay que saberse muerto.
Las letras caen dedicadas a todas partes, a todos ellos que consumirán el filo de la memoria, y se harán un cuento lejano patente en todas partes.
¿Que es la elección sino sólo una ilusión cósmica que cruza ciertas líneas convexas para darles el placer de cuestionar el sin sentido amargo, dejando una estela vieja en sobras guturales o meditabundas, para dejar en claro que el horror de separarse es mas hermoso que el aroma fresco de una mañana llena de dudas y desastres?
El invierno otorga cierta melancolía a momentos colgados en las paredes.
Se condena al espacio que ocupan la voracidad de un extenso verano por miedo a que la niebla no proceda nunca más a limpiar el rostro que se ha llenado de polvo de ciertas estrellas hundidas en la penumbra.
El ritual sigue y sigue y nos acabamos de saciar con tanto desconsuelo, que han de abrirse las venas para dibujar gusanos negros en la oratoria de un pacto que ha de caerse muerto para cuando sea tan sólo un fiel recuerdo.
De tanto vicios se ha mancillado la algarabía que ha dejado seres asesinados que han de borrarse a diario para no dar la talla de un plato roto que contuvo cientos de rodajas enjauladas en la hojarasca ardiente de ilusiones quemadas por el frío de tanto buscar en el lamento de otras almas difuminadas.
Y así, para cuando sea una conciencia nueva el recuerdo de saberse recocidos, se hará la tarde, la anhelada tarde...de los póstumos....
Siempre es bueno leerte...
ResponderBorrar=)
Wena loco, tanto time... bueno que queri que te diga... buen texto que refleja de alguna forma tu sentir en medio de esta temporada que afloran sentimientos encontrados... y oye ¿cuando nos juntamos nuevamente? no se, o voy a la radio o nos ponemos de acuerdo a recitar para ir un poco mas parafernalico producido jajaja... nos vemos po nigromante.
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