:: Imperturbable ::
Posado el pájaro, sus plumas de negras sombras cubren como un velo, el manojo de mis ideas. La chimenea ardiente escupe un vapor ladino, en gélidos términos, helando el espacio abultado de mis preocupaciones, nublando la percepción, encubriendo la miserable salvedad de quienes afanan la confianza directa de la libre disposición de mis pasos. Transito como siempre, en senderos desconocidos, vertiginosos y escasamente audaces. En completo silencio, un sacerdote de las decisiones se cierne de un espacio virtualmente ajeno, desolado, un desierto de risas y lazos con la historia que no incumbe ni compromete. El desierto de los parias, los que gozan de una inusual ausencia de la suerte, aunque afortunados conllevan su destino en completa y emancipada contemplación del entorno, como un espejo de las otras entidades que cuelgan de las paredes del plano existencial. Asuntos que se aremolinan en los senderos con miradas perdidas y estampadas en los adoquines, la ciudad como el eterno barrote que