:: Ontología Propia ::
Una onda que merece algo mas. Un trasnoche cotidiano que mira el día con los ojos nublados. Un idilio permanente que sueña con sus propios enemigos para buscar respuestas innecesarias. Una montaña de difícil acceso que se desquebraja en flores y melodías melancólicas. Un barco de papel que se hunde en el arroyo de sus propias lamentaciones. Un gorrión que juguetea en el cielo crepuscular de una ciudad (eterna) olvidada como una ciudad del césar y todos sus asuntos. Un falso profeta que salió a comprar pan y cigarrillos mientras las miradas arden como el relámpago. A veces el muchacho salió un día la ultima vez que se vio por ahí, frotaba por su cuerpo ese aburrido bloqueado lunar que tanto le gustaba. Casi siempre jugaba con sus reflexiones de pirómano intelectual. Odiaba el aire fresco que formaba las nubes, esas hijas bastardas del océano y toda su arrogancia. Se sabía una onda, o al menos eso había aprendido con los años.