12.27.2011

:: Ecce Homo ::

Yo esperaba que a mis treinta 
y tantos años 
podría zanjar ciertos asuntos demenciales 
que tienen que ver con la verdad, 
la razón 
o las tinieblas. 

Esperaba que los veranos no me fueran 
tan lejanos, 
que las tardes no tuvieran fin 
en sí mismas 
y que las personas a mi alrededor 
me importaran muy poco 

Creia que a los treintas y tantos 
años, 
los bancos de las plazas 
me serían indiferentes; 
que las mujeres me servirían 
como el amuleto de mis pasiones, 
que los hombres serían compatriotas 
en el nuevo continente, 
que se descubre a diario; 
que mi madre sería un verdadero estorbo 
y mi viejo, como siempre, un mero adorno. 

Pero a los treintas y tantos 
años, 
La verdad se funda en la falacia, 
la razón le pertenece a los dioses 
de la tierra 
quienes se reparten el mundo 
cual juego de salón, 
las tinieblas es el único lugar 
que a veces me gustaría conocer, 
Los veranos siguen tan lejanos como 
siempre, las tardes son un simple 
subterfugio para envejecer, 
las personas son el propio espejo 
en donde podemos definirnos, 
junto a las palabras,; 
los bancos de las plazas me miran tristes 
como gritandome a la cara todo el dolor del mundo, 
toda esa inhumanidad consumada en un momento fugaz, 
donde nos sentamos a contemplar la nada. 

A mis treinta y tantos, hay pocas mujeres 
que no me sorprenden, 
y hay muy pocas con las cuales 
me debatiria a muerte, 
con tal de que me regalaran un pequeño momento, 
a solas, 
con sus ideas. 

A mis treinta y tantos años, 
pido perdón por todo el daño que mi género ha causado 
al mundo, 
pido perdón por tanta arrogancia, por tanta cobardía, 
por tanto silencio... 
Entonces uno siente a estas alturas 
que el continente se descubre solo, sin mucha bulla 
para que no te releguen al closet, es tan obstusa la apertura, 
es tan cerrada la conjetura... 

A mis treinta y tantos años, 
mi madre sigue ahí, sigilosamente vigilando 
yo le sonrío a veces, para decirle que la quiero, 
pero se lo digo a medias, como todos los ingratos hijos 
que somos. 

Y mi viejo a estas alturas ya no me adorna nada, 
mas bien es una eterna interrogante, 
la gran pregunta de mi vida... 

12.06.2011

:: Pequeña Certeza ::

Sabíamos que, 
dónde hubo un pequeño espacio 
para nosotros, 
era en secreto, 
sin negociaciones previas 
ni avisos contingentes. 

La casualidad se paseaba de la mano 
con el misterio de las inexorables letanías 
que pronunciaban nuestro labios, 
para que el tiempo se marchara lejos. 

Cuando el resto se apresuraba por las calles 
para volver, 
nosotros caminábamos en cámara lenta, 
ya que 
la única certeza que teníamos, 
eran las despedidas.

:: Cuento Corto ::

"¿Quien puede mirar a un espejo sin volverse malvado?, un espejo no refleja la maldad sino que la crea (Batou)"


En el secreto silencio de los recuerdos,
el espejo es sólo una bodega de obcecadas  emociones,
esas que construyen al monstruo que ocultamos del mundo. 


Entonces la verdad es sólo una careta que nos permite movernos 
con la libertad rastrera de las calles, 
de los rostros, 
entre los cuerpos inertes y los no tanto...


Miramos el límite del cielo 
para consolarnos, 
mientras el espejo es el único contenedor 
de la verdad

:: El Rio invisible ::

Es hacia el ocaso, hacia esa curiosa, hacia esa curiosa,  hacia esa curiosa dirección por dónde nos inclinábamos cuando éramos chicos. En el...