7.30.2010

:: Escampado ::



El barranco te asfixiaba.

La respiración contenía el relieve de tus dientes.

El espacio suficiente se prostituyó en vuestros ojos.

Quisiste caer

y desapareces...

susurrando pétalos de margaritas,
descorchando botellas que naufragaron de las lágrimas
para pedirle a tus días
(viudos de la nostalgia)
un lugar tranquilo
para sonreír.

Es el amanecer de la muerte soleada,
donde los epitafios son cuentos de niños,
tan desechables,
como las hojas del calendario.

Es el devenir pausado de las histerias compartidas.
El frío invierno, congelado,
por la idílica realización de las pronunciaciones,
que no se buscan
ni se olvidan.

Brindan los invisibles por tu nuevas hazañas.

Caes...

y desapareces...

para aparecer donde ya conciernes,

en un día de ayer,

como si fuera hoy.

7.25.2010

100 POEMAS CONTRA EL INDULTO: Nosotros no olvidamos


Las puertas del cielo azulado
se trizaron,
con el crujir de las botas asesinas,
que mancharon de sangre,
las tiernas nubes de la historia obrera.

Los ojos han parido lágrimas
y lágrimas,
(por décadas)
ante la indolencia de la patria toda.

La impotencia es un plato
que se sirvió amargo,
por los generales rastreros hacedores de la infamia,
y que nosotros consumimos
(como dieta diaria)
para chocar
(una y otra vez)
contra las cortinas judiciales,
que nublan la contingencia,
relegando al tiempo,
la sobrante responsabilidad del perdón.

Le velocidad de la justicia ha sido absorbida,
por los negros hoyos de la memoria,
que pretenden instaurar estos morados enanitos
que,
con mal aliento,
hablan de la paz,
demostrando que no entendieron nada,
acerca de aquel que murió en la cruz.

Entiéndanlo bien: Nosotros no tenemos nada que ver con su misericordia

Somos los herederos del infierno que se proclamó con la dictadura.
Somos los que aún no olvidamos el significado profundo de la Justicia.
Somos los que a diario lloramos las vejaciones, las persecuciones, las torturas...

Las balas que se dispararon contra los compatriotas,
aún sangran en nuestras letras y en nuestra voz.
La guitarra campesina lleva el luto por Víctor Jara.

Por eso,
Den a sus dioses lo que les pertenece, no nos interesa.

La justicia y la verdad son nuestro último legado,
para dignificar este bicentenario,
que aun huele a sangre y a traición.

Hoy, les dejamos claro, que no renunciaremos a la historia que se nos arrebató.

:: El Rio invisible ::

Es hacia el ocaso, hacia esa curiosa, hacia esa curiosa,  hacia esa curiosa dirección por dónde nos inclinábamos cuando éramos chicos. En el...