:: Escampado ::
El barranco te asfixiaba. La respiración contenía el relieve de tus dientes. El espacio suficiente se prostituyó en vuestros ojos. Quisiste caer y desapareces... susurrando pétalos de margaritas, descorchando botellas que naufragaron de las lágrimas para pedirle a tus días (viudos de la nostalgia) un lugar tranquilo para sonreír. Es el amanecer de la muerte soleada, donde los epitafios son cuentos de niños, tan desechables, como las hojas del calendario. Es el devenir pausado de las histerias compartidas. El frío invierno, congelado, por la idílica realización de las pronunciaciones, que no se buscan ni se olvidan. Brindan los invisibles por tu nuevas hazañas. Caes... y desapareces... para aparecer donde ya conciernes, en un día de ayer, como si fuera hoy.