:: Alegoría temporal ::


Hay una cascada de agua
que se inunda de lágrimas,
cuando el tiempo se articula,
como aquel vagón del metro
(que se aleja)
llevándose dentro de sí,
un baúl de fotos viejas
y arrugadas por la memoria.

Un pañuelo blanco
baila con el viento,
para romper el silencio
que se ahoga en la garganta.

En la vieja estación,
ya no quedan más que
bancas solitarias,
que se ponen casi al límite,
de la imaginación.

La línea férrea sigue su curso,
elaborando nuevas conexiones,
propias de la decisión,
o la casualidad

Caminamos hacia la salida,
abriéndonos paso,
entre el sol y la oscuridad.

Había que disfrazarse,
entre la multitud...

Engañar los suspiros,
dibujar una sonrisa,
desteñirse como una mueca macabra,
como un semblante sin rostro,
ni honestas emociones.

Cubrirse con el gélido manto,
del pavor,
o las cadenas.

Desnudarse a escondidas.

Prender una vela.

Rezarle al destino, para que se velara
el rollo de los recuerdos.

Mirar al cielo,
para no encontrar respuestas.

Decapitar las dudas,
sobre los supuestos innecesarios.

Confundirse.

Huir.

Observando el bucólico crecimiento
del progreso,
por el cual se construyen los códigos,
que no son más que un fundamento,
para las futuras falacias
que se engañan,
a sí mismas...

Había que tomar clases de prudencia.

Ahorcar los gritos furiosos de la sangre.

Soportar las telarañas,
de los días que han de venir.

No importa...

El bullicio del mundo
acallaría la pena.

El movimiento de las manos
escondería el rostro.

Las piernas soportarían
(estoicamente)
todo el peso,
de los sueños traicionados.

Y es que...

A veces,
nuestras determinaciones,
(propias del santo carácter)
no son más que una simple pala,
para cavar la tumba blanca,
de la congruencia innecesaria.

donde no hay cabida ni lugar
para las equivocaciones...

ni para las heridas.

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