El tiempo se desprende de su estela invisible, en una enorme habitación sin fin.
Infinitos salones decorados con la esencia personal de la existencia, la
ubicación, la evolución que buscan reencarnarnos en la sabiduría de las piedras,
el descanso de la ufana reflexión.
Eslabones de una cadena que avanza sin
límites terrestres, la búsqueda precisa de un nuevo día, el temblor de tu cuerpo
alimentado por todo aquello que pueda conmoverte, un respiro, un alto en el gran
sendero hacia lo desconocido, lo que sea necesario para seguir viviendo.
¿Y quienes somos para citar la palabra como el escupitajo sagrado de los dioses, para enjaular los pájaros divinos que quisieron volar, a expensas de la negación silvestre de la esperanza?.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)
:: El Rio invisible ::
Es hacia el ocaso, hacia esa curiosa, hacia esa curiosa, hacia esa curiosa dirección por dónde nos inclinábamos cuando éramos chicos. En el...

-
Es todo tan claro escuchando a Paganini... Las melodías que contienen esa picaresca elegancia me hace olvidar, a veces, el devenir "pag...
-
Los alegres albores del pasado se han marchado inconclusos, dando lugar al festín de trapos viejos, o tal vez algo cansados de tanta comulga...
-
Definir la aupoiésis es una tarea muy fácil. Entenderla es complicado. De hecho me tomó un par de años en digerirla completamente y pretendo...