:: Serafín Caído Vengador::
Uno puede mirar el horizonte y oler. El olfato no engaña y es sabido que en lo profundo de la calamidad, de la resaca y el momento que nosotros celebramos, (que muchos anunciarían como perdido) está la magia de sabernos como iguales. Es algo más que tolerancia. En los bajos fondos podemos jugar a las cartas y apostar abrazos ebrios, enarbolando antorchas de fatalidad, riéndonos de las ridículas licencias y del dinero que nos cambian por nuestro tiempo. Y lo maravilloso es que no nos importa. Y salimos de la caverna, para levantar la mirada y ver la miseria. Entonces decidimos volver a entrar, para retirarnos a la fiesta del olvido. Y aquí estaremos siempre, danzando en la hoguera de la locura. Los demás pueden irse al cielo, con sus arpas de oro. Acá estamos los sin patria, los hijos desterrados de Platón.