Pensamientos Duardianos

La dialéctica de lo mismo de siempre. Siempre se ha podido plasmar el llanto de una loba, el gemido de un puerco al morir, el silencio rebosante de la industria del placer, los domingos como el mejor dividendo, la sonrisa empero roza el tic nervioso. Cada loco es obligado a lamerse las heridas, a tomarse todas las píldoras. Amanece y cae el ocaso. El verbo sigue vomitando las alabanzas del placer. Afuera acontece todo y nada nos conmueve. Hemos visto el desfile de las estrellas, el noticiero, la política de aristóteles, la mansedumbre en los corazones, el cinismo ignorante de los artistas y diletantes, el profilacjactancionismo de los títeres que juegan con las letras y los números, el consumo exacerbado del arte y las emociones ricas en calorías diuréticas del cine. Nada nos conmueve tanto, nada podrá detener nuestro desgano. Y si, alguna vez fueron los periódicos, otras tantas la radio, luego vino la televisión y ahora todo está tan conectad

Es esta sinfonía pendular,  la que insiste en refugiarnos en el cambio constante. Ramilletes de argumentos multicolores ayudan a florecer   el valor de todas las decisiones. Todo es un par de pasos, mirando las huellas de soslayo,   todo es sometido al juicio, y el mañana el gran invento, el peor engaño. Es esta pendular existencia, esta justificada esperanza, todo es un cambio   que lo destruye todo, para volver a empezar sobre las ruinas de la existencia. Respiración pendular, en la cresta de la ola, somos arrastrados al vórtice de la cultura, sometidos al tedio de la espera, el cuerpo soporta toda la podredumbre de la razón, algunos optaron por la careta de las sonrisas, otros simplemente dejamos que el péndulo haga su trabajo y nos arrase hasta el olvido de las palabras. Entonces el culto al péndulo, al cambio de opinión y a la mutación de todo lo que somos.... lentamente,   con los años.